Dos miradas

Los rellanos

El independentismo vive peleas de vecinos malavenidos. No de buenos vecinos con el deseo de combatir juntos en la defensa de un proyecto de escalera, sino sometidos a las íntimas necesidades de cada rellano

David Bonvehí, junto a Marta Pascal, en la sede del PDECat.

David Bonvehí, junto a Marta Pascal, en la sede del PDECat. / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Los últimos datos sobre la salud del independentismo nos informan que en el país sigue existiendo una altísima convicción sobre la necesidad de votar para decidir el futuro político. Votar en un referéndum, quiero decir, y no en esas hipotéticas autonómicas que se presentarían, dado el caso, como un fracaso de la idea, como una derrota de la conjunción astral a favor de la soberanía o como una solución plausible para superar el callejón sin salida en el que vivimos. En esta revisión médica habitual se percibe la persistencia no solo del deseo de votar sino de la existencia de un notable espesor de la ciudadanía (lo que podríamos llamar una masa crítica) dispuesta a ejercer un voto de manera afirmativa, es decir, con la voluntad de que Catalunya se convierta en un nuevo estado.

Al mismo tiempo, peleas de vecinos malavenidos. No de buenos vecinos con el deseo de combatir juntos en la defensa de un proyecto de escalera, sino sometidos a las íntimas necesidades de cada rellano. Por suerte, el coordinador Bonvehí ha decidido que el PDECat no enviaría las grabaciones de su conversación a la fiscalía. El ridículo habría sido fenomenal, y esto se ha evitado, pero la desconfianza es creciente y cada uno toma posiciones para nuevas contiendas electorales que, si son autonómicas, serán o bálsamo o reconocimiento del derrumbe del 'procés'. O las dos cosas a la vez, en este escenario donde el referéndum sigue siendo un desiderátum tan codiciado como intangible.