A pie de calle

Silencio, gente que sufre hambre

Es frustrante la falta de respuesta ante la amenaza de muerte que pende sobre 108 millones de personas

Mujeres yemenís con sus hijos malnutridos en la ciudad de Hodeida, en Yemen.

Mujeres yemenís con sus hijos malnutridos en la ciudad de Hodeida, en Yemen. / periodico

SISCU BAIGES

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En el mundo había el año pasado 108 millones de personas que sufrían inseguridad alimentaria severa. Esta cifra de personas que están en riesgo de morir por falta de una alimentación mínima se incrementó en cerca de 30 millones en relación al año anterior. El dato consta en el Informe mundial sobre crisis alimentarias 2017 que acaban de publicar la Unión Europea, USAID y varios organismos de las Naciones Unidas, como la FAO.

Es una realidad que nos debe avergonzar como seres humanos, especialmente a los responsables de los estados y los organismos que deberían hacer frente a esta cuestión. Hay suficientes alimentos en el mundo para que nadie pase hambre. El activista británico Tristam Stuart recuerda que los 40 millones de toneladas de alimentos que se desperdician en Estados Unidos servirían para que mil millones de ciudadanos no fueran a dormir con hambre cada día.

CUATRO GRANDES CRISIS

Hay cuatro grandes crisis alimentarias abiertas actualmente: Somalia, Sudán del Sur, Yemen y la región africana del lago de Chad (Nigeria, Níger, Chad y Camerún). Irak, Malaui, Zimbabue y Siria (incluidos los refugiados en países vecinos) sufren inseguridad alimentaria generalizada. «Ante la ausencia de medidas inmediatas y contundentes –no solo para salvar las vidas de las personas, sino para evitar que pasen hambre–, la situación de seguridad alimentaria en estos países continuará empeorando en los próximos meses», afirma el informe mencionado.

«Es una carrera contra el tiempo», advierte la directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, Ertharin Cousin. Pero esta carrera no tiene grandes promotores que la patrocinen. Demasiados estados y organismos que deberían poner recursos económicos, políticos y de seguridad para ganarla miran para otro lado. Optan por el silencio o por apelar al nosotros primero para desentenderse de los que agonizan por el hambre.

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El último estudio La realidad de la ayuda, elaborado por Oxfam Intermón, recuerda que la partida económica dedicada a ayuda  humanitaria por el Gobierno español ha caído un 85% entre los años 2009 y 2015. España ha rebajado la ayuda oficial al desarrollo hasta el 0,12% de la renta nacional básica, cada vez más lejos del 0,7% reclamado históricamente por las Naciones Unidas. La Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament aumentará este 2017 su presupuesto de los 8,6 a los 17,4 millones de euros, pero todavía quedará muy lejos de los cerca de 50 millones que llegó a disponer en tiempos del tripartito progresista.

GRITAR Y DENUNCIAR 

Molesta que tanta gente en nuestro planeta esté amenazada de muerte por el hambre que provocan conflictos bélicos o el cambio climático. Y es frustrante el silencio que rodea a estas amenazas, a menudo confirmadas. Los gritos de alerta de asociaciones como Oxfam Intermón, Médicos sin Fronteras o Save the Children, entre tantas otras, quedan amortiguados por otras noticias que acaparan el escenario mediático.

Dicen algunos psicólogos que hay que silenciar las muertes de personas que se suicidan en el metro para evitar el efecto llamada. Pero para evitar que decenas de personas corran el riesgo de morir de hambre hay que combatir el silencio. Hay que gritar y denunciarlo cuanto más alto, mejor.