Ni entrenador, ni plantilla, ni ganas

Luis Enrique se irá, pero ahí se queda un equipo muy poco apañado. La directiva aún no sabe lo que se le viene encima

Higuaín y Buffon se abrazan tras la victoria del martes ante un decepcionado Iniesta.

Higuaín y Buffon se abrazan tras la victoria del martes ante un decepcionado Iniesta. / periodico

ELOY CARRASCO / BARCELONA

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El desengaño que infligió el Barça a su afición en Turín es de tales dimensiones que ha dejado el entorno emocional arrasado. Ya no hay ni ganas de llamar a la remontada, suena a broma pesada invocar al espíritu del día del PSG –si es que eso existe– a la vista de un equipo y un entrenador que han bajado los brazos. Ambos han sido los mejores, se han ganado ovación y honor eternos, nunca se lo agradeceremos bastante. Pero todo indica que se acabó.

Resulta especialmente significativo lo que deja entrever Luis Enrique, sus gestos irritados en el banquillo y, después, el tono entre acusador y mortecino de sus declaraciones. Y hubo, al parecer, una tensa conversación antes del entrenamiento de este miércoles. Como ya se conoce la fecha del adiós del técnico y la temporada apunta al fracaso, tal vez les ha llegado el momento de decirse ciertas cosas a la cara. No se suele hacer en tono amistoso y conciliador cuando van mal dadas.

UN BANQUILLO QUE NO SIRVE

Con todo, y en clave de futuro, lo peor no son las palabras sino los hechos, y uno de los más simbólicos fue la decisión de Luis Enrique de hacer solo una sustitución. Se iba la Champions por el desagüe pero lo que había en el banquillo simplemente no le servía. Esa capitulación es el verdadero drama del Barça: la temporada se ha perdido -salvo que el miércoles se dé otro fenómeno paranormal- y además el día de mañana pinta negro.

La plantilla pide socorro, necesita un repaso a fondo. Ensañarse con Mathieu André Gomes parece ya un infantil acoso escolar. Para lo bueno y para lo malo, ahí está el tridente, extremado en su desempeño. Un portento cuando funciona, un lastre cuando no. Y un tapón: los tres juegan más o menos por decreto, la competencia queda castrada. El entrenador se va, pero ahí se queda una plantilla muy poco apañada. No tardaremos en marear con nombres de fichajes de postín y hasta se hablará de vender a uno de los grandes. La directiva aún no sabe lo que se le viene encima.