Exhibición y ahorro

Magia y contundencia para marcar tres golazos, y luego una especie de plan de pensiones para conservar energías

Luis Suárez celebra el primer gol del Barça, marcado con una espectacular tijera.

Luis Suárez celebra el primer gol del Barça, marcado con una espectacular tijera. / periodico

Eloy Carrasco

Eloy Carrasco

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Una primera parte llena de magia, ímpetu y contundencia rematadora y luego una especie de plan de pensiones para la segunda. Exhibición y ahorro. El Barça se las veía con el Sevilla, un gallo alicaído, y por una vez privó de cualquier sufrimiento a la afición, embobada con Messi y rendida a Suárez. El argentino es un mito en activo para el Camp Nou pero seguramente también en las trincheras del Betis lo adoran, acostumbrado como está a maltratar la portería sevillista (29 goles en 30 enfrentamientos).

Llega abril, la primavera, las semanas en las que se decide todo, y da gusto comprobar el apetito con el que se emplea Messi, cómo florecen sus virtudes y cómo se empiezan a perfilar los pronósticos eufóricos, arrastrados por la energía que desprende el astro rey. Con él en ese estado no resulta extraño vislumbrar triunfales noches de Canaletes. Y además está Luis Suárez. Ahora que se avecinan los partidos de la verdad, un futbolista como él se convierte en otra bestia formidable. El carro tirará si él anda por ahí. Es de los que se agacharían a buscar un céntimo en un charco si el equipo lo necesitara. Cualquier calderilla en su poder es susceptible de convertirse en un gol. O en un golazo, como el de ayer. 

LAS BOTAS DE NEYMAR

Por seguir pasando lista al tridente, mención aparte para Neymar. Burbujeante y merodeador como siempre, al margen del juego obsequió al mundo con un nuevo capítulo extraño o tontorrón con sus botas como protagonistas. O no se las ajusta bien en el calentamiento o estamos siendo testigos de un innovador guiño publicitario. De traca.

Así que, aliviado de angustias el Barça con ese 3-0 tajante en 45 minutos brillantísimos, en la segunda parte llegó el momento de poner punto muerto y aplicar la cartilla de racionamiento. El Sevilla descompuesto del principio se palpó las ropas en el descanso y encontró algo de coraje por ahí. Insuficiente para inquietar al Camp Nou. La gente se marchó bajo la llovizna y de camino se enchufó a la radio, a ver si el Madrid sufría un reventón en Leganés. Nada. Hay que depositar la esperanza en el derbi del sábado ante el Atlético. De lo demás parece que se ocuparán Messi, Suárez y compañía.