Los brillantes hilos azulgranas

Alcácer celebra su gol en Granada.

Alcácer celebra su gol en Granada. / SP

ALBERT GUASCH

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Resulta tentador poner algo así como que fue fundamentalmente Luis Suárez quien movió los hilos para que el Barça se fuera contento de Granada. Pero se supone que mover los hilos significa accionar a la sombra los mecanismos necesarios para que ocurran sucesos deseados. Y no fue así. El uruguayo decidió a plena luz. En ocasiones se ha valido ciertamente de métodos oscuros para obtener una ventaja, picaresca de delantero, pero esta vez estuvo espléndido sin matizaciones. Ningún vigilante de la deportividad puede reprocharle nada.

Suárez jugó con el cuerpo como si fuera un delantero antiguo, de aquellos que recibían de espalda para prolongar la jugada o abrir la pelota a la banda. Lo que sucede es que Suárez es demasiado bueno para hacer simplemente eso. Gana espacios, aguanta, genera juego, recupera, asiste y, por supuesto, marca muchos goles. Lleva una estadística de NBA, 22 goles y 10 asistencias en la Liga, dobles figuras. Demasiado tapado a menudo por Messi y ahora Neymar, otro que crece y crece. Como sus goles. Cien ya. Y los que quedan.

Sin el argentino, el equipo se encomendó sin disimulo a Suárez y NeymarLuis Enrique causó cierto vértigo en los estómagos barcelonistas con el uso exhaustivo de las rotaciones. Algo ineludible, a la vista del abril de locos que aguarda al Barça. Pero siempre hay quien considera que deben aplazarse, que nunca es buen momento para sentar a Iniesta, o para alinear a Mathieu, o a Alcácer, no digamos ya a André Gomes.

Las rotaciones casi siempre causan aprensión. En cambio, en Granada no hubo motivo de arrepentimiento. Al contrario. Sirvió para que Alcácer emergiera de su zona oscura. Y lo hizo de extremo. Como Lineker en su día, o Julio Salinas. El delantero centro fue desplazado a la banda y mostró su primera actuación realmente competente como azulgrana. En el fondo del pozo se mantiene Gomes. Otro combate consigo mismo que pierde. Ni crea ni contiene. Habrá que dejarlo en paz.

Así que fijémonos en Neymar y Suárez, brillantes hilos azulgranas.