El río antes que el puente
Josep-Maria Ureta
Periodista
JOSEP-MARIA URETA
Es leyenda de las campañas electorales recordar a un candidato populista que a principios del siglo pasado prometió en un acto de campaña en una aldea pequeña que les iba a construir un puente, y cuando los extrañados asistentes le advirtieron de que no tenían río, replicó sin inmutarse que les haría llegar un río. Semejante tendencia no se ha superado ni en épocas, protagonistas ni situaciones.
El presidente del Gobierno vino a Barcelona el martes a asegurar inversiones en ferrocarriles de proximidad y de larga distancia que pasan por Catalunya por el importe goloso de 4.000 millones, distribuida en cuatro años, lo que confirma su convicción de que la legislatura durará. Equivale al 10% del presupuesto de inversiones del Ministerio de Fomento del 2016, del que no se conoce aún el grado de cumplimiento, que acostumbra a ser bastante magro desde hace un decenios.
Aplaudían, como les corresponde, los beneficiarios directos, los promotores y gestores de obra pública concedida, como Florentino Pérez (ACS) o Salvador Alemany (Abertis). Los del puente. ¿Y los del río? No hay noticia de la presencia de los usuarios de cercanías o de sus alcaldes. Pero como el otro agravio era el del tendido ferroviario del llamado Corredor del Mediterráneo, que se paga en buena parte por la UE y los créditos del Banco Europeo de Inversiones (BEI), ¿quiénes eran sus beneficiarios y reclamantes? ¿Alguien detectó en el Palau de Congressos a representantes de Seat, Nissan, Basf, Repsol o los grandes exportadores de fruta del Levante? Esos son los futuros usuarios y ya hay noticia de su desconfianza, recogida esta semana por Miguel Ors Villarejo en Actualidad Económica, porque las empresas que van a cargar sus mercancías en ese futuro tren de mercancías a Europa, con ancho internacional (UIC), quieren saber a qué precio les saldrá sustituir el camión por el tren. De momento no les gustan los planos del puente prometido. Como tienen sus departamentos de estrategia bastante mejor perfeccionados que los de ingeniería pública (de aquí y del centro), ya calculan, en formato digital, piezas y recambios elaborados en 3D en la misma fábrica, sin necesidad de importarlos, y el futuro de vehículos eléctricos de gran capacidad, sin conductor, guiados por satélite.
Pero el martes se habló solo de puentes y en eso Madrid se va a convertir también en capital del Mediterráneo. Da una buena pista la documentada denuncia de hace unos día del responsable de infraestructuras de la Generalitat valenciana Josep Vicent Boira de la inversiones madrileñas del túnel de Atocha-Chamartín a cargo de la subvención europea para el corredor mediterráneo para una línea de AVE de ancho europeo. Y también el ministro del ramo De la Serna cuando asegura que Madrid mejora su enlace ferroviario con Castellón a cargo del mismo capítulo de inversiones.
Por si alguien no lo ha entendido: Rajoy confirmó el martes que el Corredor Mediterráneo, pagando otros, tendrá dos tendidos: Algeciras-Sevilla-Madrid-Zaragoza-Barcelona (no por Canfranc); y Algeciras-Levante-La Jonquera. Y si no, no habrá ninguno. Adivinen cuál irá primero.
El río suena poco, pero ya tiene dos puentes.
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