EL FUTURO TRAS EL 'BREXIT'

¿Siempre nos quedará Londres?

May saluda durante la conferencia del Partido Conservador en Birmingham, este domingo.

May saluda durante la conferencia del Partido Conservador en Birmingham, este domingo. / periodico

CARLOS CARNICERO URABAYEN

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Regreso a Londres como quien visita su pueblo tras un terremoto. Sigue vibrante y esplendorosa, tan global que produce el vértigo de quien se enfrenta por primera vez a las dimensiones del mundo: no habrá tiempo para conocer todos los países, tampoco para escudriñar todas las almas de Londres. Hay un pedazo de todas las culturas en alguna esquina. Londres logra mantenerse igual aunque siempre llegue a todo primero, incluso ahora a las sacudidas que el populismo depara a nuestras democracias. El 'brexit' mordió aquí antes que TrumpbrexitTrump.

El día después del referéndum paseé resignado por la ciudad como si me despidiera de un antiguo amor. Traté de contemplarla con la primera mirada que me trajo a Notting Hill a los 19 años. Reí apenado las bromas de los comerciantes en Portobello Road – “hoy aceptamos euros”– y seguí caminando hasta la pequeña calle de Clanricarde Gardens donde un día cualquiera de los años 70 mis padres se pasearon de la mano. Londres fue el refugio de tantos españoles que soñaban la libertad. Hoy es la meca de miles que buscan trabajo o formación en sus excelentes universidades.

En Reino Unido viven 3,2 millones de europeos de origen no británico. Todos ellos, sus vidas, trabajos, sueños y costumbres, son ahora rehenes de la primera ministra Theresa May, decidida a utilizarles como moneda de cambio en las negociaciones de salida del país de la Unión Europea. El lenguaje público se ha deformado para acomodar expresiones con connotaciones racistas. Los europeos que aquí viven son “inmigrantes”; los británicos residentes en Europa son “expatriados”.

LA NOSTALGIA DEL 'GÓTICO AMERICANO'

El ejercicio introspectivo sobre lo que está pasando ha llevado a la Royal Academy of Arts a reunir una exposición de pintura estadounidense de los años 30, la era de la Gran Depresión, los miedos al futuro y la crecida del fascismo en Europa. Me detengo frente a 'Gótico americano', el cuadro de Grant Wood que sale ahora por primera vez de Estados Unidos. Es un retrato de un padre y una hija, evocando al mundo rural en crisis, despoblado y temeroso ante los cambios. Tengo la sensación de conocer un poco más a los votantes de Trump, su nostalgia por la que se ha ido y su rabia por un presente que no soportan.

Al lado del museo, en New Bond Street, se puede contemplar a Winston Churchill en conversación animada con su amigo Franklin Delano Roosevelt. La estatua de bronce es obra del escultor Lawrence Holofcener para conmemorar 50 años de paz en 1995. ¿Qué comentarían ahora estos dos artífices del orden liberal, en este apacible banco, ante el repliegue nacionalista que apadrinan sus compatriotas a ambos lados del Atlántico?

En pleno corazón de Westminster se pueden visitar todavía las oficinas del gobierno de concentración de Churchill, creadas durante la segunda guerra mundial para preservar el sistema democrático de los bombardeos nazis. Durante meses, los ministros y sus equipos vivían y trabajaban en este búnker bajo tierra, envueltos en una maraña de humo, alcohol y un trepidante ritmo de trabajo para ganar la guerra. Parecen los estudios de una película antigua, pero no. Visitar este museo es la mejor receta para recordar que la guerra es impensable hasta el día en que comienza.

Reino Unido es Europa, a pesar de su insularidad, su euroescepticismo y su militante carácter anglosajón. La liberación de Europa de las garras de la Alemania nazi partió de las costas británicas hasta Normandía y el polifacético Churchill fue el primer líder en referirse a la idea de unos Estados Unidos de Europa. Al oeste de Bélgica se encuentra Tyne Cot, el cementerio de soldados de la Common Wealth más grande del mundo; también la primera guerra mundial trajo a los británicos a morir junto a otros europeos. ¿Puede ahora la política romper lo que no ha podido separar el Canal de la Mancha?

Quienes queremos a los británicos vivimos pendientes del momento en que Theresa May comunique oficialmente la decisión y active el reloj del 'brexit'Theresa May. Habrá entonces un plazo de dos años para llegar a un acuerdo, ¿amistoso?, sobre el divorcio con la Unión Europea. Antes de que las cosas se pongan feas, recordemos que el 2017 será el año en que se estrenó la secuela de 'Trainspotting', una de las mejores películas británicas de las últimas décadas y el 1 de junio se cumple el 50 aniversario del genial álbum de los Beatles 'SGT Pepper’s Lonely Heart Club Band'. Hay esperanza: uno de cada cinco hogares británicos dice conservar el original en vinilo.