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Faunos, turistas y librerías-consigna

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MIQUI OTERO

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Parece que las librerías ya no pueden ser solo librerías. Deben emular a esos Rápido que tanto despachan juegos de llaves como remiendan zapatos.

No soy un integrista y admito que, como en el entorno Microsoft Office, soy usuario nivel medio del modelo librería con tirador de cerveza. A menudo reposto en La Calders. Isabel, mi 'llibreïna', librera y vecina, me explicó ayer una visita más rara que una aparición mariana. Un tipo vino en representación de una aplicación para telefonía mediante la que los turistas usarían su local para dejar las maletas. La "librería-consigna", una oferta que no podía rechazar. Isabel, claro, la rechazó: fomentar el turismo en Sant Antoni es como untarte de mermelada para atraer a los mosquitos en la sabana africana.

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A pocos metros de La Calders, otro establecimiento ofrecía este servicio hace años. Me contó Javi que en el bar de su familia, donde las timbas de taxistas duraban toda la noche animadas por anisados, se expendían tickets y se guardaban maletas para buses que cruzaban la península. La  diferencia es que, a cambio, estos les traían productos de la aldea para ser degustados por sus clientes del taller de botones, las básculas Pibernat, las cocheras de Borrell. Trabajadores que construían barrio. Que explicaban sus historias en la barra. Que no se iban después de usar el baño y subir los precios.

Faunos, basiliscos y librerías-consigna. Algunos piensan que las librerías son animales mitológicos mixtos que solo existieron algún día. Pero resisten. Y yo imagino a Isabel y Abel en diez años, sentados en el cobertizo de La Calders: tocando el banjo, calcetando un jersey con 'Incerta glòria' en la pechera, palpando su rifle de perdigones y mascando tabaco. Ofreciendo tragos y libros: todo lo que necesita alguien con sed. Convertidos en Koreander, el librero irritable que le dice a Bastián: "No soporto a los niños. Está de moda hacer aspavientos cuando se trata de vosotros…¡pero eso no va conmigo! Destrozan todo y no les importa un pimiento que los mayores tengan preocupaciones". Cambien niños por turistas y 'La historia interminable' por la historia interminable de Barcelona.