IDEAS

Las Fallas, ahora sí

Un momento de la 'cremà' de las Fallas de este 2017.

Un momento de la 'cremà' de las Fallas de este 2017. / periodico

XAVIER BRU DE SALA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hubo un tiempo en el que la autoestima valenciana andaba tan por los suelos que hasta los catalanistas valencianos se enorgullecían de su complejo de inferioridad. Había que elegir: o español de tercera o catalán de segunda. “'Quin valencià més bonico parla, paeix que siga català'”, me espetó una señora de pueblo en plena transición. No pude ver nunca las Fallas porque mis amigos valencianos huían horrorizados de la ciudad en cuanto se acercaban los execrables días del mal gusto y la 'brofegà' sin freno. La auténtica valencianidad se encontraba en las 'mascletàs', las peligrosas luchas de cohetes de seis salidas de los pueblos, con el posterior 'esmorzaret' de madrugada, y en fiestas auténticas como las de moros y cristianos de Alcoi y, por encima de todo, el Misteri d’Elx.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Antes muchos valencianos\u00a0","text":"hu\u00edan de las Fallas, ahora son patrimonio de la Humanidad y ay de quien hable mal de ellas"}}

Pues ahora han cambiado las tornas. Resulta que las Fallas son patrimonio de la Humanidad, el asociacionismo valenciano de falleros y bandas musicales es un tesoro que supera la famosa sociedad civil catalana, y ay de quien hable mal de ellos. En vez de huir de las Fallas, la nueva actitud consiste en participar en ellas para recuperar su carácter auténtico, del pueblo que se lo pasa bomba sublevado simbólicamente contra el poder. Se trata de reencontrar las raíces, introducir diversidad estética y poner en segundo término los aspectos más siniestros, o sea los destacados por TVE.

Bendita rectificación. Ya quisiéramos los barceloneses contar con una fiesta de ciudad organizada por la gente, no por el ayuntamiento, pero nos tenemos que conformar con las de barrio con concursos de calles engalanadas. Poca sal y cero pimienta para cualquier valenciano. No hay duda de que los catalanes vivirían más felices si se injertaran un poco del vitalismo valenciano, el que ha pasado de acomplejado a ejemplar.

Quién quiera practicar la inmersión total en una fiesta sin necesidad de atravesar el Atlántico, que reserve plaza para la 'cremá' del año próximo.