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¿Es un referéndum lo más conveniente y democrático?

JORDI ALBERICH

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El referéndum celebrado en Gran Bretaña arrojó, por una mayoría muy ajustada, unos resultados inesperados, incluso para parte de los que votaron a favor del 'brexit'. En cualquier caso, su salida de la Unión Europea está ya en marcha. Un cambio que, siendo radical, puede quedar pequeño al lado del que lidera Donald Trump. Este ganó también por una ajustada mayoría en la Cámara e, incluso, perdió en número de votos. A la vista de todo ello me pregunto si cambios tan radicales, especialmente adoptados en tiempos turbulentos, no deberían requerir de unas mayorías más amplias.

Estas reflexiones me llevan a lo que, desde hace años,  estamos viviendo en Catalunya, no tanto ya por las mayorías reforzadas que, en su caso, podrían exigirse a un referéndum, como por el propio sentido de dicha consulta.

Me lo pregunto especialmente desde que, hace unos días, leía el resultado del último informe de Centre d'Estudis d'Opinió, adscrito a la Generalitat, acerca de los sentimientos de pertenencia de los ciudadanos catalanes. Si bien la noticia era una notable disminución de aquellos que se sienten solo catalanes, lo más relevante, desde mi punto de vista, era que un 22% se siente solo catalán y un 6% solo español. Es decir, un 72% de los ciudadanos comparten ambos sentimientos y, entre éstos, la mayoría se sienten tan españoles como catalanes.

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Ante este mapa sociológico, que se mantiene bastante estable a lo largo del tiempo, me pregunto si lo más lógico es forzar a esa gran mayoría que mantienen sentimientos compartidos a definirse por uno u otro, o bien, por contra, dedicar tiempo y esfuerzo a diseñar cómo encajar esa compleja amalgama de sentimientos. De esta manera, no solo evitaríamos un desgarro afectivo para una parte muy numerosa de la sociedad catalana, fuera cual fuera el resultado, sino que, además, nos ahorraríamos entrar en escenarios inciertos y peligrosos. Pero, lamentablemente, parece que a quienes correspondería definir esa alternativa integradora no están por la labor.

Así, desde Madrid, se debería avanzar en un proyecto para articular mejor esta España plural, y para reformar una democracia algo agrietada. Particularmente, no percibo esa voluntad. Y, desde Catalunya, creo que resultaría fundamental que destacados políticos, empresarios e intelectuales que, en su momento, alimentaron el 'procés', dijeran en voz alta lo que, hoy, confiesan en privado, que la dinámica actual no tiene sentido y no conduce a parte alguna; pero tampoco se percibe esta actitud, porqué para manifestarse públicamente se necesita un coraje cívico que no se requería cuando, hace unos años, se apuntaron al discurso dominante en Catalunya.

En cualquier caso, creo que los ciudadanos deberíamos reflexionar acerca de si un referéndum es la alternativa más conveniente y democrática.