La encrucijada catalana

La Catalunya indecisa

El problema del independentismo para ensanchar su base tiene que ver con una realidad sociológica que acaso no se ha calibrado adecuadamente

Colas en un centro de votación el 9 de noviembre del 2014

Colas en un centro de votación el 9 de noviembre del 2014 / periodico

ALBERT BRANCHADELL

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El 3 de enero la Assemblea Nacional Catalana presentó la campaña 'Fem Futur', considerada por sus dirigentes la "última" de la asociación, ante la inminente convocatoria del referéndum de Puigdemont. Según fuentes de la ANC, la campaña "se esforzará por convencer a las bases de los 'comuns' y del PSC para que se sumen al referéndum, aunque no sea pactado con el Estado". En el lenguaje de la ANC, sumarse al referéndum significa tomar la papeleta del 'sí'; como reconoció el presidente de la entidad, Jordi Sánchez, el objetivo no es otro que "ganar el referéndum".

La nueva campaña de la ANC parte de una suposición: basta con exponer a los indecisos a razones y argumentos a favor de la independencia para que abracen la papeleta del 'sí'. Sin embargo, la suposición podría no ser cierta.

MAHOMA, LA MONTAÑA Y PISAR CALLE 

El 7 de enero del 2013 'El Punt Avui' publicó un reportaje titulado 'Objectiu: la Catalunya indecisa'. En él se explicaba la voluntad de partidos y entidades soberanistas de centrar el foco de su campaña independentista en los territorios donde el apoyo al soberanismo había sido menor en las elecciones del 25-N del 2012: esos eran los lugares donde había que "picar piedra" para convencer a los que ven con recelo la Catalunya independiente. En el caso de la ANC, la entidad se atribuía aquello de Mahoma y la montaña (en un interesante lapsus, el periodista lo ponía al revés: "Si Mahoma no va a la montaña, la montaña debe ir a Mahoma"), para explicar que ya estaban trabajando en campañas de proximidad y "pisando calle" desde hacía meses.

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En el primer barómetro del CEO del 2013 los partidarios de un Estado independiente como forma de relación entre Catalunya y España se situaron en el 44,3%. Podría parecer que lo de pisar calle surtió efecto, porque en el siguiente barómetro (junio) el porcentaje subió al 47% y en el último del año (noviembre) alcanzó el 48,5%. Pero el resto del histórico de este dato del CEO no cuadra con la suposición de la ANC. En el 2014, cuando hubo una intensa oleada de exposición a razones y argumentos con motivo de la consulta del 9-N, el porcentaje de apoyo al Estado independiente cayó al 45%, y en el 2015, cuando los catalanes fueron llamados al voto de su vida en las plebiscitarias del 25-S, el porcentaje siguió cayendo (39,1 en marzo; 37,6 en junio y un ligero repunte hasta el 41,1 en noviembre).

UN 36% DE PORCENTAJE TRAS CUATRO AÑOS 

Estos datos parecen indicar que el problema que tiene el independentismo para ensanchar su base no tiene que ver con una insuficiente exposición a razones y argumentos a favor de la independencia sino con una realidad sociológica que acaso no se ha calibrado adecuadamente. Si cuatro años de propaganda independentista han dejado el porcentaje de partidarios del Estado independiente en el 36,1% (Encuesta sobre contexto político del CEO, diciembre del 2016), habría que preguntarse hasta qué punto seis meses de "pisar calle" en vísperas de un referéndum no pactado con España y sin el aval de la comunidad internacional van a ser suficientes para convencer a la pertinaz Catalunya indecisa.