El debate de los alojamientos en Barcelona

Mejor hubiera sido con consenso

No podemos dejar fuera del acuerdo a nadie en una cuestión tan horizontal como es el sector turístico en la ciudad

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JOSEP-FRANCESC VALLS

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Con un buen consenso de entrada, todo hubiera ido mejor. Resulta indispensable que quien entra a gobernar desee cumplir lo que contiene su propuesta programática, que en este caso contenía algo diáfano para la ciudad: frenar el crecimiento desbocado del alojamiento en Barcelona y del modelo turístico de crecer y crecer. Hacía tiempo que se sabía –y documentos del ayuntamiento lo atestiguan–, pero nunca se especificó ni cuándo ni cómo se llevarían a cabo. El nuevo gobierno municipal cortó por lo sano y a las horas de tomar posesión planteó una moratoria de licencias de alojamiento turístico. 

Se ha quedado un poco corto el tiempo que se otorgó el nuevo equipo de gobierno municipal para presentar un plan, el PEUAT, punta de lanza del cambio del modelo turístico en Barcelona. El  viernes 27 de enero se escenifica el pacto político alcanzado a marchas forzadas entre las fuerzas municipales. Pero han quedado fuera del consenso una serie de actores de la ciudad. Ni los anfitriones de los alojamientos turísticos, ni una parte importante del Gremi d’Hotels, ni dueños de HUT ilegales, ni tenedores de licencias para construir hoteles, ni algunos comerciantes  se sienten representados.

No es cuestión de decir que 'in medio stat virtus' porque las plataformas antiturismo tampoco están satisfechas; en el documento final aparecen influencias suficientes para demostrar lo contrario. Más discusión hubiera permitido acercar posiciones y afinar aspectos claramente matizables del documento consensuado.

DENOMINADOR COMÚN

Un acuerdo consensuado significa que, tras el tiempo necesario para que todos puedan presentar sus visiones, aparece un denominador común: todos ceden, todos alcanzan lo básico. Si el proceso se hubiera realizado al principio –antes de implantar la moratoria o en vez de su promulgación–, no hubiéramos andado con la premura de tiempo.

No es bueno para una ciudad tan participativa como Barcelona que los asuntos se lleven a la política sin el acuerdo ciudadano. Maragall no dudó en retrasar unos cuantos meses, para exasperación de su equipo, la promulgación del primer Pla Estratégic Barcelona 2000 hasta que lo hubieran firmado más de 1.500 instituciones ciudadanas. El éxito del consenso acompañó desde entonces el modelo Barcelona.

IR A LA REPESCA

¿Y qué hacemos con los que se sienten al margen del acuerdo político? Ahora será necesario ir a la repesca para que se adhieran todos, negociando en el momento de la aplicación algunos aspectos, que no son tantos. No podemos dejar fuera del consenso a nadie en un tema tan horizontal como el turismo. Sobre todo cuando ha quedado claro en el acuerdo de los partidos que todos están por la labor de ordenar las licencias turísticas  –aspecto polémico hace un año y medio–.

Ahora nadie cree que las  nuevas medidas demonicen el alojamiento turístico ni que el ayuntamiento frene la actividad turística. Hay consenso para reordenar de modo que el turismo siga siendo fuente de riqueza para todos.