La industria cultural en Catalunya

Más TV-3, más audiovisual, más cultura

El sistema público audiovisual catalán precisa una urgente recreación por los síntomas evidentes de raquitismo

MANIFIESTO TV-3

MANIFIESTO TV-3 / periodico

ENRIC MARÍN

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El pasado jueves, el sector del audiovisual catalán hizo público un documento breve y contundente ('Més TV-3'), alertando sobre la situación crítica que atraviesan TV-3 y el sector y pidiendo un nuevo impulso de las políticas públicas que incluya un giro copernicano en la gestión de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA). Casi al mismo tiempo, el conseller Santi Vila presentaba las previsiones presupuestarias de su departamento haciendo notar que contemplan un cambio de tendencia positivo, pero que estamos lejos de los estándares de inversión deseables. Y podríamos añadir que muy lejos de países de referencia como Dinamarca.

Finalmente, hoy mismo, el Consell de l’Audiovisual de Catalunya ha entregado a la presidenta del Parlament el 'Llibre blanc sobre l’audiovisual a Catalunya'. Se trata de un texto riguroso, documentado y generoso en la formulación de propuestas. Un texto sólido y muy oportuno que ayuda a hacer el planteamiento estratégico del servicio público audiovisual de los próximos 10 años, superando el cortoplacismo táctico imperante.

LOS DRÁSTICOS RECORTES EN CULTURA

Desde el inicio de la crisis económica, los recortes en cultura han sido drásticos. Desde el año 2011, España ostenta el tristísimo récord de haber desinvertido en cultura más que ningún otro Estado europeo. En el caso catalán las cifras no son tan desastrosas, pero la contracción de los presupuestos del servicio público audiovisual (CCMA, ACN, XAL ...) ha multiplicado la de otras políticas sociales básicas, como sanidad o educación. Seguramente era inevitable. 'Primum vivere deinde philosophare'... De acuerdo, pero hay que recordar que la cultura no es un lujo: las políticas culturales democráticas contribuyen de forma decisiva a la cohesión social. Son políticas sociales en sentido estricto. Y también que para la sociedad catalana la apuesta por la cultura siempre ha sido una opción imprescindible. En los últimos tres siglos la identidad nacional catalana no se ha construido desde el poder; se ha construido desde la sociedad, desde la cultura. Muy a menudo contra el Estado, o al margen del Estado, y con pocas complicidades de los poderes económicos locales.

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La cultura es producción simbólica, creatividad intelectual e identidad individual y colectiva. Las concepciones democráticas de la cultura nos hacen más libres, tolerantes y cosmopolitas, al tiempo que fomentan la igualdad y la solidaridad social. Y, por otra parte, en el contexto del capitalismo industrial, la cultura se convierte en un sector industrial de gran relevancia económica. La revolución digital y la última fase de mundialización de la economía aún han reforzado más el papel estratégico de la cultura. El binomio educación-cultura es la clave para hacer posible lo que el premio Nobel J. E. Stiglitz llama «sociedad del aprendizaje» en la que el conocimiento y la permanente socialización de las habilidades de aprendizaje se convierten en la clave del progreso social y el capital social más relevante.

CRISIS EN LA LOCOMOTORA DE LA CCMA

En el campo de la educación contamos con una larga tradición pedagógica y con un sistema universitario y de investigación excelentes. En cuanto al sector de las industrias culturales, sumamos tradición industrial, capacidad creativa y una fuerte identidad cultural. Así pues, partimos de una base sólida, pero el eje vertebrador de las industrias culturales es el audiovisual, y la principal locomotora de su industria en Catalunya es la CCMA. Por eso son tan alarmantes los síntomas cada vez más evidentes de raquitismo del sistema público audiovisual. Si no se revierte la situación, la decadencia de la CCMA puede convertirse en crónica.

En este escenario, la amenaza de residualidad parece más concreta cada día que pasa. Y el precio que pagaríamos sería altísimo. Tanto en términos de pérdida de calidad democrática, como de empobrecimiento de la oferta cultural o de retroceso en los procesos de socialización de la lengua catalana. También en la pérdida de oportunidades de renovación del modelo económico que significaría no apostar por un clúster audiovisual catalán que impulse las industrias creativas y de la cultura. Un precio demasiado caro.

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El 'Llibre blanc sobre l’audiovisual a Catalunya' actualiza el diagnóstico y sugiere propuestas y líneas de trabajo. Como es lógico, una parte significativa del análisis se centra en la CCMA, con propuestas que van desde la recomendación de reforzar la financiación del servicio, a la actualización de oferta o la reorganización de la estructura societaria. La conclusión es que el contexto general y la situación interna piden una urgente recreación de la CCMA. Hay una reingeniería profunda, planteada desde la corresponsabilidad, con la implicación activa de los trabajadores.