El drama de los desplazados

Un programa catalán de refugio

Hay que buscar la complicidad y la participación de la sociedad civil mediante la mentoría

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ORIOL AMORÓS

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No es necesario insistir en la trágica dimensión de lo que está ocurriendo hoy en el mundo con tantas y tantas personas refugiadas que buscan desesperadamente un espacio donde desarrollar una vida plena sin miedo a ser perseguidas por su ideología, religión, género, orientación sexual, lengua o identidad cultural. En Catalunya, el Govern quiere contribuir a la inaplazable solidaridad internacional para con estas personas y asumir el deber de país democrático creando el Programa Català de Refugi, primero en un formato piloto, pero con mucha ilusión y energía.

El programa quiere nacer con la convicción de que la incorporación laboral es el factor clave para la inclusión social y la independencia personal. Los niveles de inserción laboral de los refugiados hoy en Europa son bajos todavía. En Suecia, uno de los países con políticas de acogida de refugiados más avanzadas, de los nacidos en el extranjero y con pocos estudios solo un 22% de los hombres y un 8% de las mujeres encontraron trabajo en el primer año posterior al programa de acogida, que dura dos años. 'The Economist' dice que en Europa los refugiados tardan 20 años en tener índices de ocupación similares a los nativos. ¿Y en España? ¡Sin datos! El trabajo es, claramente, un reto principal.

UN SISTEMA BUROCRATIZADO

Por otro lado, partimos de la convicción de que el proceso de inclusión se da en la relación entre personas en espacios concretos y que, por tanto, los servicios territorializados de la Generalitat (trabajo, educación, salud), mundo local y entidades deben tener en él un papel central. Debemos estar ahí a pesar de la anomalía del sistema español de refugio, que, además de ser exasperantemente burocratizado, es uno de los pocos absolutamente centralizados que hay.

El tercer eje del programa lo constituye buscar la complicidad y la participación de la sociedad civil mediante la mentoría. Nadie mejor que las personas para (re)construir vínculos entre personas. Tenemos un modelo en los Groups of Five de Canadá y Quebec, donde en los últimos 10 años un 50% de los refugiados acogidos en programas participados por la ciudadanía se han insertado laboralmente en el primer año, frente a un 10% de los de programas estatales. Nuestro mentor actuaría en tres ejes fundamentales: la colaboración en la búsqueda de trabajo, el aprendizaje de la lengua y la construcción de vínculos con el entorno social. Pensamos en la formación de grupos de mentores de acogida que se comprometen durante un período de un año, aproximadamente, a acompañar a un grupo familiar o una persona refugiada.

SIN TRABAS, PERO EVALUANDO RESULTADOS

Y cuarto elemento: compromiso financiero de la Generalitat y las instituciones. Es precisa una prestación económica inicial para las necesidades básicas, sin trabas burocráticas pero exigente en compromiso. En el siglo XXI no podemos enterrar las políticas públicas bajo toneladas de papeleo pero, en cambio, es imperdonable no evaluar resultados. Es decir, hay que hacerlo al revés de como lo hace el Estado.

Catalunya necesita, pues, personas comprometidas y entusiastas que deseen prestar este servicio a la sociedad catalana y las personas refugiadas. La Generalitat, con las entidades especializadas y el mundo local, las formaría para garantizar el éxito en el acompañamiento hacia la independencia personal de los refugiados y refugiadas. Esta es nuestra propuesta y estos días la debatimos con todos los actores implicados para hacerlo juntos y con fuerza.

En definitiva, el programa pretende construir y fortalecer los vínculos sociales entre todos quienes somos la sociedad catalana, sea cual sea nuestro origen, para tener una sociedad de personas libres comprometida con los derechos humanos en nuestro país y en todo el mundo.