Sentir el Barça
El pensamiento único persiste: Catalunya, una, culé y libre
Sentenció el mandatario Rosell en el 2013: «Hablar catalán es la gran demostración de que se siente el Barça». En consecuencia, resultaría que los culés de Burundi o Hong-Kong serían unos culés desalmados, sin sentimientos, y Johan Cruyff un perfecto traidor a su causa. El enunciado de Rosell se viene abajo por razones obvias, ya que la lengua catalana puede servir tranquilamente para vehicular frases como «em cago en el Barça i la mare que el va parir», también llenas de sentimiento, o más bien disentimiento.
Ahora, los pericos están que trinan, y con razón, porque la Agència Catalana de Turisme de la Generalitat y los blaugrana han llegado a un acuerdo para incendiar el planeta con un eslogan, naturalmente en inglés: If you feel FC Barcelona, you feel Catalunya (Si sientes al FC Barcelona, sientes Catalunya). La frase tiene miga, ya que, girada al revés, podría excluir del sentimiento de catalanidad a todos los no seguidores del equipo de Gamper y Luis Enrique. El pensamiento único persiste: Catalunya, una, culé y libre. Que la marca Barça sea mucho más reconocida y aplaudida internacionalmente que el Freedom for Catalonia, e intentar asociarlas como pareja de hecho en favor de la segunda, es, simplemente, confundir los cojones con el rosario, o viceversa. La grandeza se manifiesta dando cancha a las minorías, no dejándolas tiradas en la cuneta como perros.
Una máquina de hacer dinero
Confieso mi condición de culé, y desde ella experimento sensaciones muy agradables ante momentos mágicos de Messi, Iniesta, Busquets, Piqué... que comparto en amistad con catalanohablantes, castellanohablantes, indepes y unionistas, sensaciones que también pueden procurarme otros jugadores con otras camisetas. Pero mi admiración por lo blaugrana –o decepción cuando no juegan bien– se limita al ámbito del césped; no al palco, las estelades, los despachos y el bendito Més que un club.
De las 14 acepciones que el diccionario de la RAE nos ofrece del término sentir, me quedo con la primera y la última, que son, respectivamente, «experimentar sensaciones producidas por causas internas o externas» y «empezar a corromperse o pudrirse» (sic).
El Barça es, básicamente, una máquina de hacer fútbol y dinero, inimaginables cantidades de dinero, a veces de manera no ejemplar, como cuando acepta manchar su camiseta, por dinero, con la huella de un régimen totalitario como el de Catar, o visitando con demasiada frecuencia los juzgados a causa de los turbios e insultantes contratos multimillonarios con sus estrellas.
Lo siento: soy un mal catalán, ya que no acabo de sentir al Barça en su conjunto, aunque nunca deje de escucharle (en catalán, sentir) interpretado por el maestro Puyal y su lugarteniente Torquemada.
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