MIRADOR

Fría noche de Reyes

¿Cómo es posible que la noche de Reyes, la mágica y precisa duodécima noche, al decir de Shakespeare, haya sido la noche más fría del año, al decir de los meteorólogos?

Cabalgata de Reyes Magos en Barcelona.

Cabalgata de Reyes Magos en Barcelona. / periodico

JOSEP MARIA POU

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Que la vida es pura paradoja, no nos pilla por sorpresa. ¿Cómo es posible, si no, que la noche de Reyes, la mágica y precisa duodécima noche, al decir de Shakespeare, haya sido la noche más fría del año, al decir de los meteorólogos? Marquen lo que quieran los termómetros, a mi me gusta creer que los dos motores de la noche, la ilusión y la esperanza, habilmente combinadas, son capaces de generar un flujo de energía suficiente como para darle la vuelta al sentido del mercurio y hacerlo subir, subir, subir hasta salirse de los aparatos medidores. Noche cálida, pues, por definición, la noche de Reyes. Noche de afectos.

Otra cosa es que haya quien se aplique en echarle cubos de agua fría a cada paso. Cubo frio, por ejemplo, el de la sesuda e intelectual polémica de los farolillos, que ha dejado a más de uno en pelota viva, solitario en la carrera, con el farolillo rojo del absurdo -ese sí- quemándole las manos. Cubo frio el de esa reportera televisiva empeñada en entrevistar a los tres Reyes de Oriente a su salvaje manera, apeándolos de la distancia y reverencia merecidas para llevarlos al tuteo descarado, como si fueran concursantes de un 'reality' caduco, o como si en lugar de a MelchorGaspar y Baltasar estuviera entrevistando -inenarrable- a PaquirrínPaquirrín Paquirrín. Cubo frio, a mi parecer, el de esas inacabables cabalgatas, auténticos parques temáticos en movimiento, donde al niño se le pierden ojos y sentidos entre abanderados, palafreneros, pajes, carteros reales, camarlengos y chambelanes, de modo que distinguir a MelchorGaspar o Baltasar se le hace tarea más ardua que encontrar al desaparecido Wally.

Y, con todo, noche de reyes y de mAgia la de los Reyes Magos. Mis respetos. Aunque, a veces, en lo tocante a reyes me incline -descreído, tozudo, fanático, monotemático- por el Rey Lear, y en lo tocante a magos mis simpatías se concentren -por aquello de la cercanía- en el Màgic Andreu, el Mag Lari y El Mago Pop. (Maestro Tamariz aparte, es obvio decirlo.)