LAS CAMPANADAS DE FIN DE AÑO
El vestido de Cristina Pedroche
Intentar convencernos de que el vestido de la Pedroche la empodera, de que ella es libre y avanzada por vestir así, es tomarnos por idiotas
Lucía Etxebarria
Escritora
LUCÍA ETXEBARRIA
Una mujer tiene derecho a vestir como le dé la gana. Si se pone minifalda eso no le da derecho a nadie a violarla. Si lleva un vestido ceñido nadie tiene derecho a acosarla por la calle. Si lleva transparencias nadie tiene derecho a llamarla puta. Pero yo me sentí incómoda y ofendida al ver a Cristina Pedroche en Nochevieja. Sentí pena al ver a una mujer embutida en un traje con el cual se le clavaban las puntas del escote en el pecho, un traje con el cual debía sin duda estar congelada de frío. Vergüenza ajena al verla al lado de un señor tapado de arriba abajo. Tristeza al sospechar que ella soportaba esa tortura con el propósito de subir audiencia.
Intentar convencernos de que el vestido de la Pedroche la empodera, que ella es libre y avanzada porque viste como le sale del coño, es tomarnos por idiotas. Me han llamado envidiosa por decir esto. Mucha gente cree que las mujeres envidiamos la belleza ajena porque es lo único que deseamos. Que no queremos ser valoradas por otra cualidad que no sea nuestra belleza. Yo no envidio a Cristina. Yo la admiro, pero no envidio su papel. Por otra parte, me siento bastante guapa. Además, a mí me pagan por escribir y para escribir la belleza es irrelevante.
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MUJER OBJETO
Llamar evolución y avance a seguir reproduciendo el papel de mujer objeto es muy triste. Sobre todo porque el hombre que estaba a su lado llevaba un esmoquin. Hubiera sido igual de ridículo si él hubiera salido también en bañador, claro, pero habría sido más igualitario. Y probablemente podría haberse reivindicado la imagen desde un punto de vista irónico o provocativo.
No hablemos ya de los comentarios de su compañero. Que sí ella le estaba calentando, por ejemplo. ¿Al marido de esta mujer, que tanto defiende en público la fidelidad, de verdad le hace gracia esta actitud? Y sobre todo, más importante: ¿a ella le gusta? ¿se sentiría cómoda si le dijeran eso en la calle? Llamarnos retrógradas porque nos molestó la imagen de Cristina Pedroche en Nochevieja sería como llamarnos retrógradas y poco avanzadas si se utilizara la imagen de un menor de edad anunciando condones en la tele.
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REPRODUCCIÓN DEL ESTEREOTIPO
Cristina es muy bella. El vestido es precioso. Pero no se lo ha puesto para salir a la calle. Se lo ha puesto cobrando por hacerlo, y al lado de un señor muy tapado y no particularmente atractivo. No nos molesta cómo se viste. Nos molesta saber que si hubiera salido en esmoquin, no trabajaría. No nos molesta que Cristina sea bellísima. Nos molesta que solo se la valore por ello
Todas decidimos cómo nos vestimos y con quién nos desvestimos. Pero la osadía de Cristina Pedroche no es símbolo de avance y feminismo. Es involución y sexismo porque reproduce el estereotipo tantas veces repetido de hombre no muy atractivo pero supuestamente inteligente y talentoso, al lado de tía bellísima, escotada, y que está ahí para hacer bonito. Porque parece que las mujeres servimos poco más que para decorar.
Y para “calentar” (sic) a un copresentador . Y a la audiencia
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