EFECTOS DE UNA SOCIEDAD HIPERREGALADORA

Queridos Reyes Magos...

En esta época de regalar, poner límites a las demandas de los niños es sano y favorece el autocontrol

Melkchor, Gaspar y Baltasar saludan a los barceloneses tras atracar con su pailebote en el Moll de la Fusta.

Melkchor, Gaspar y Baltasar saludan a los barceloneses tras atracar con su pailebote en el Moll de la Fusta. / periodico

CRISTINA RAMÍREZ ROA

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Queridos Reyes Magos, hemos creído necesario escribiros este año para haceros algunas peticiones un poco sorprendentes, pero la situación es lo suficientemente importante como para tomarlas en consideración. Nuestros hogares se han convertido en auténticas tiendas de juguetes y objetos que a veces se hace complicado asimilar o recordar el verdadero motivo de tanta generosidad.

Todos regalan, desde la abuela hasta Papá Noel y los padres y los tíos, porque en estas fechas hay que regalar lo que sea. Así, desde mediados de diciembre, los niños consultan todo tipo de catálogos y señalan todo lo que quieren, cinco, ocho, diez demandas, da igual, ellos piden porque ya les traerán mucho más de lo que señalen. 

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Recuerdo hace años, cuando comenzamos a preocuparnos por este asunto y describimos a los niños hiperregalados inmersos en una sociedad hiperregaladora y fuera de control. Esos niños con derecho a pedirlo todo, sin esforzarse por ganárselo, exigentes y caprichosos y con poca sensación del valor de las cosas, desconocedores del autocontrol, de la frustración y sin capacidad para la espera; niños de la riqueza y la desmesura. Pensamos entonces, que en épocas de crisis el panorama podría cambiar, pero no. Todo sigue igual, la abuela sigue comprando todo para sus nietos, los padres se gastan lo que no tienen y todos compiten por regalar lo mejor y que los niños tengan lo que piden.

TIEMPO PARA REGALAR

Vosotros, supongo, algo de culpa tendréis, así es que nuestra primera petición es que todos los adultos se pongan de acuerdo para ayudar a los niños a controlar la situación. Se nos ocurren algunas ideas, comenzando por regalar tiempo a los niños. Tiempo de calidad y en cantidad, para hablar y para compartir; para aprender a escuchar y a reflexionar; para aprender a esperar y a gestionar las emociones y la frustración.

Creemos que muchas familias perdieron ese tiempo precioso buscando regalos materiales en vez de coger de la mano a los niños para pasear y jugar a la pelota; para leer un cuento o visitar a la abuela; para mirarse a los ojos y renunciar a la tecnología durante una tarde para mirar las nubes y aburrirse soñando.

EL VALOR DEL ESFUERZO

Sabemos que es época de regalar  y una segunda petición, que seguramente ayudará a los niños a ser mejores personas y a reforzar su carácter: no traerles todo lo que piden. Poner límites a las demandas es sano y favorece el autocontrol. El regalo es respuesta a un merecimiento y los niños deben aprender a evaluar sus fortalezas y debilidades; se deben ganar el regalo y lo deben valorar no por su precio, sí por el esfuerzo que la otra persona, que vosotros, habéis hecho para gratificarlos. Nuestros pequeños han ido perdiendo su capacidad de sorpresa y muchos se están saltando sus etapas infantiles con nuestra aprobación y eso no es justo.

Para finalizar, pediros que no seáis tan generosos, que recuperéis el sentido de la exigencia; que los padres aprendan de vosotros y los niños de sus padres.