EDITORIAL

Madrid apuesta fuerte contra la polución

Combatir la contaminación del tráfico requiere acciones urgentes decididas pero también precisa planes más globales

Carteles informativos sobre las restricciones de tráfico en Madrid debido a la contaminación

Carteles informativos sobre las restricciones de tráfico en Madrid debido a la contaminación / periodico

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En una decisión sin precedentes en España, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido prohibir este jueves  el acceso al centro de la capital de la mitad de los coches ante los preocupantes índices de contaminación detectados. Solo podrán circular por la almendra central de la capital vehículos cuya matrícula acabe en cifra impar, a excepción de los de cero emisiones, híbridos, motos, o los de personas con movilidad reducida, alta ocupación (tres o más ocupantes) o de servicios especiales. No hay duda de que se trata del plan antipolución más contundente, por su naturaleza coercitiva, que se ha activado hasta la fecha en una gran ciudad española.

Madrid alinea así su estrategia con la de otras superpobladas ciudades europeas que hace tiempo que aplican medidas de dura restricción de tráfico rodado en sus calles más céntricas. Sin llegar a cotas de contaminación tan elevadas, el Ayuntamiento de Barcelona ha emitido también un aviso preventivo por contaminación ante la elevada presencia de óxidos de nitrógeno en la atmósfera y ha pedido a los ciudadanos que intenten no utilizar el coche particular y opten por el transporte público. La capital catalana se encuentra inmersa también en un vivo debate que habrá de desembocar en un nuevo y pactado modelo de movilidad urbana.

CRÍTICAS DE LA OPOSICIÓN MUNICIPAL

Como no podía ser de otra manera, la decisión del equipo de Manuela Carmena no tardó en levantar ayer las críticas de una oposición municipal –la tildó de «ideológica»– que espera recoger hoy los frutos de las lógicas molestias ciudadanas que se producirán en la capital de España. Pero lo drástico del plan está en consonancia con el enorme desafío de la creciente contaminación urbana. Más de 500.000 personas mueren de forma prematura en Europa cada año por los problemas vinculados a la mala calidad del aire. Unas 30.000 de ellas en España.Son, pues, razonables todas las actuaciones que apunten hacia las cuestiones de fondo.

Es hora de que las medidas antipolución se asienten y dejen de tener carácter de urgencia ante un episodio concreto de excesivos malos humos. Quizá ahora no se puede hacer otra cosa, pero el reto debe ser más ambicioso y global. No basta con prohibir el tráfico según soplen los vientos del anticiclón, sino que se debe emprender planes que incluyan infraestructuras, eficaces como los aparcamientos disuasorios en los extrarradios, y sobre todo una mayor inversión en el transporte público para que los conductores tengan razones suficientes un día para dejar el coche en casa. No es suficiente prohibir. Se trata de organizarse para que cuanto antes el derecho a usar el automóvil no pisotee el no menos legítimo derecho a la salud colectiva.