LA DESINTEGRACIÓN DE UN GIGANTE

Réquiem por la URSS

El 'sistema' soviético pervivió sin apenas cambios hasta que, en 1991, se produjo una implosión que en cuatro meses dio lugar a la desaparición del último imperio del mundo

DOS PORTADAS PARA LA HISTORIA. La primera página de EL PERIÓDICO de la derecha informa de la designación de Gorbachov como secretario general del PCUS, en 1985. La de la izquierda se hace eco del golpe de estado frustrado de agosto de 1991.

DOS PORTADAS PARA LA HISTORIA. La primera página de EL PERIÓDICO de la derecha informa de la designación de Gorbachov como secretario general del PCUS, en 1985. La de la izquierda se hace eco del golpe de estado frustrado de agosto de 1991.

JESÚS LÓPEZ-MEDEL

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¿Cómo puede desintegrarse un imperio en cuatro meses? ¿Cómo puede el último gran imperio surgido en la historia desmoronarse de forma estrepitosa? Conocemos por la historia otros grandes pueblos que se habían expandido y habían sido muy poderosos y habían desaparecido. Es el caso de los romanos, los persas, España ("donde no se pone el sol"), el británico, etcétera. Pero en todos ellos hubo un periodo de decadencia progresiva.

No sucedió así con el imperio soviético. Si Rusia ya era (y sigue siendo) la nación más extensa territorialmente (17.000 kilómetros) del planeta, la revolución de 1917 y la realización de los principios internacionalistas del socialismo que debía unir a "los parias de la tierra", construyó un imperio por las buenas o por las malas. 

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Numerosos pueblos, naciones y países con una identidad más o menos histórica fueron incorporándose a la Unión soviética, cuya contribución bélica para la derrota del nazismo fue importantísima.

LA IMPLOSIÓN

El 'sistema' pervivió sin apenas cambios hasta que en 1991 se produjo una implosión que, en solo cuatro meses, dio lugar a la desaparición del último imperio del mundo.

Ese agosto, Gorbachov, primer y último presidente de la URSS y Secretario General del PCUS (el partido vertebraba todo) sufrió un golpe de Estado. Un reformista fue víctima de su retraimiento en seguir avanzando. Pactó con los sectores más conservadores del comunismo ortodoxo y estos mismos, en un país lleno de tensiones, le provocaron un golpe de Estado. Este fracasó, pero él no salió reforzado. Entró en declive como el propio Estado que dirigía.

En breve tiempo, se evaporó tras un intento de mantener unido algo que se desmoronaba a pasos agigantados. Desapareció entre el desarrollo de unas ideas reformistas del mejor 'Gorbi' en un país cuyo acartonamiento era histórico y la resistencia reaccionaria de los guardianes de las esencias de naftalina soviética.

Progresivamente, las diversas repúblicas soviéticas se fueron desvinculando de la que era la URSS. La primera, significativamente, Rusia con Yeltsin al frente, y las otras eslavas como Ucrania (en Kiev está el origen de la gran Rus). Luego, las caucásicas y, finalmente, las de Asia Central con Navarbaiev, cual dinosaurio de Monterroso, estaba ya allí en el sóviet supremo de la URSS y hoy sigue siendo presidente de Kazajstán, ahora estado independiente.

REFERÉNDUM DE UCRANIA

Ese proceso vertiginoso de desgajamiento se aceleró desde principios de diciembre con el referéndum de Ucrania a la incorporación secesionista de las Repúblicas del tamtan.

Gorbachov, liberado tras el intento de golpe de Estado, era ya prisionero del ritmo de la historia. Hay veces en que esta tiene una estabilidad desesperante, pero hay otros momentos en que se acelera. A Gorbachov le tocó vivir e incluso protagonizar una etapa así.

El 25 de diciembre, rendido, cautivo y desarmado de fuerzas, pasó el maletín atómico a Yeltsin, emitió un discurso televisivo tan emocionante como poco seguido y se cambiaron las banderas, de la roja a la tricolor. La URSS había muerto.

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