LA REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA

¿Tecnología sin personas?

La idea de 'smart city' se puede ejecutar priorizando el beneficio económico y empresarial o bien desde un óptica de generar equidad

Prototipo de robot policía en el estand de Dubái de la feria Smart City Expo World.

Prototipo de robot policía en el estand de Dubái de la feria Smart City Expo World.

LOURDES MUÑOZ

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¿Se puede hablar de 'smart city', sin tener como centro a las personas?  No, no hay 'smart city' sin 'smart citizen'. Si realizamos una aproximación puramente etimológica o conceptual, podemos ver cómo la calidad de vida es el objetivo de una 'smart city'. Se define una ciudad como 'smart city' cuando "la inversión social, el capital humano, las comunicaciones, y las infraestructuras, conviven de forma armónica con el desarrollo económico sostenible, apoyándose en el uso y la modernización de las tecnologías de la información y comunicación (TIC), y dando como resultado una mejor calidad de vida y una gestión sostenible de los recursos naturales, a través de la acción participativa y el compromiso de toda la ciudadanía".

Sin embargo, existe una cierta distancia entre alguno de los usos que se han hecho y el concepto, lo que ha generado justificadas críticas. En nuestro entorno tenemos ejemplos en los que parecían más una competición por instalar sensores, sin transformar los datos en mejores decisiones públicas. Aún más censurable ha sido la actitud de algún alcalde presumiendo de 'smart city', mientras se dejaba de desplegar wifi gratuita en los barrios con menos recursos.

LA EFICIENCIA DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS

La característica más tangible de la ciudad inteligente es la aplicación de las TIC para mejorar la eficacia y eficiencia de los servicios públicos. Por esa razón se monitoriza la ciudad con sensores para obtener datos reales para un menor coste del funcionamiento del servicio y menor impacto ambiental. El ejemplo más típico consiste en incluir sensores en los contenedores de basura que indiquen si están llenos o vacíos, lo que permite planificar mejor las rutas de recogida, evitar que el camión pase o se pare en los vacíos y de este modo ahorrar energía.

Algunas de las críticas recurrentes aluden a que estos proyectos solo obedecen a una lógica de eficiencia económica, que no se pone el acento necesario en reducir la brecha digital, o que la necesaria cooperación publico-privada para aplicar 'smart citys' está derivando una excesiva influencia de las grandes empresas en la definición del modelo de la ciudad. Las comparto, como críticas a un modo determinado de ejecutarlo.

EL USO DE LOS DATOS

Otro aspecto social y diferencial es el uso de los datos. ¿A quién pertenecen? ¿Quién puede utilizarlos?  En una 'smart city', la ciudadanía debe poder tener acceso a estos datos abiertos en tiempo real a través de aplicaciones en sus 'smartphones', con la finalidad de tener mejor calidad de vida. Si priorizamos el derecho a la información y la equidad esos datos se deben publicar como Open Data para que cualquiera pueda reutilizarlos, sino solo tendrán acceso o los explotaran quien los pueda comprar.

Debemos reclamar un modelo de 'smart city' centrada en las personas, pero no renunciar a las oportunidades de aplicar las potencialidades que nos ofrecen las TIC, cuando podemos ahorrar gasto público, ser más sostenibles, y utilizar las TIC para implantar gobiernos más abiertos que construyan políticas en relación con la ciudadanía.

LAS PRIORIDADES DE GOBERNANZA PÚBLICA

La cuestión es fijar las prioridades de gobernanza pública. Como dice Saskia Sassen, "tenemos que afrontar este cambio tecnológico siendo conscientes de lo que queremos y de lo que no queremos y por eso hay que politizar este debate, de modo que no perdamos por el camino los valores que nos importan”.

'Smart city', como cualquier política pública, tiene ideología; se puede ejecutar priorizando el beneficio económico y empresarial o bien desde un óptica de generar equidad. Al concepto 'smart city' le asocian de forma automática la palabra “progreso” por sus implicaciones de modernidad y avance tecnológico. Pero este “progreso” no implica políticas progresistas. ¿El urbanismo puede ser de izquierdas o de derechas? Si. Pues la implementación de 'smart' city también.

LA PARTICIPACIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL

El empoderamiento de la ciudadanía en torno a cualquier política tecnológica es clave. Las políticas diseñadas sólo desde una élite, sin la participación de la sociedad civil, acaban haciendo cautivas a instituciones de unas determinadas tecnologías, de unas determinadas empresas.

Las tecnologías están condicionando las libertades y las oportunidades en el siglo XXI. De ahí la importancia de concepto de soberanía tecnológica, que significa aplicar el derecho ciudadano a escoger tecnología o poder acceder y reutilizar la información pública. Pero, soberanía tecnológica no es un concepto contrapuesto a 'smart city', sino un criterio político para aplicar las políticas de 'smart city'.

¿Cómo reconocemos que medidas nos benefician a la ciudadanía? Debemos examinar cada uno de los planes y acciones y preguntarnos si ayudan a ensanchar el concepto de ciudadanía o no.