PEQUEÑO OBSERVATORIO
Néstor Luján, un incansable multi-motor
Combinaba la ternura y el sarcasmo, y era al mismo tiempo un gran trabajadory un 'bon vivant'
Josep Maria Espinàs
Periodista y escritor
JOSEP MARIA ESPINÀS
Estaba leyendo hace unos días EL PERIÓDICO y, al pasar una página, me encontré con una emotiva sorpresa: la fotografía de Néstor Luján con un gato en su regazo. Néstor tenía cinco años más que yo y fue mi cuñado. A veces pienso esta tontería: una vitalidad intensa y permanente parece que desgaste algún motor. Naturalmente, esto no es cierto. Lo que ocurre, quizá, es que en el caso de una persona muy activa, que ha trabajado intensamente en diversos ámbitos, su desaparición sorprende más.
Néstor nació en Mataró, pero pronto su familia se trasladó a Barcelona. Se licenció en Letras y obtuvo el título de periodista. Su curiosidad era excepcional. Publicó libros muy diversos, la mayoría basados en temas de historia, pero lo que recuerdo más es su capacidad de entusiasmo. Unos amigos suyos tenían en una casa una jaula con pájaros exóticos. Él se interesó tanto, que no tardó nada ser admitido por la sociedad de Ornitología.
También fue un experto en tauromaquia y en literatura francesa y escribió novelas. Era una esponja, lo absorbía todo. Recuerdo una reunión en casa de los amigos Coll, en la que una amiga distinguida pedía consejo sobre cómo debía vestir en una fiesta de disfraces. Néstor le dijo: "Desnúdate e iras de burra". Carcajadas e impunidad.
TERNURA Y SARCASMO
Compaginaba la ternura con el sarcasmo. Una persona que se habría hecho famosa en los círculos sociales y culturales de París. Tenía una gran biblioteca, y si yo le preguntaba sobre un tema, el que fuera, se levantaba del sillón y volvía con un par de libros que podían serme útiles. Era, al mismo tiempo, un gran trabajador y un 'bon vivant'.
Olga Merino recuerda que cuando Néstor murió, su mujer, Tin, legó parte de su biblioteca a la Biblioteca de Catalunya. Yo estuve en la habitación de Néstor en el hospital poco antes de su muerte y vi que hacía una señal a su mujer. Tin abrió un armario y sacó una botella de whisky. Él probó unas gotas. Y murió en paz.
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