Pagant, Sant Pere canta

El esperpento de las sanciones al Barça por parte de la UEFA por la exhibición de 'estelades' ha concluido. No es un tema menor

'Estelades' en el Camp Nou durante el partido ante el Celtic.

'Estelades' en el Camp Nou durante el partido ante el Celtic. / periodico

JOAN J. QUERALT

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El esperpento de las sanciones al Barça por parte de la UEFA debidas a la exhibición por parte de buena parte de sus seguidores de 'estelades' en los partidos oficiales de Champions ha concluido. No es un tema menor.

Primero, pagando, se llega a Roma. En efecto, reconoce la UEFA que (tomo de la agencia EFE) "las reglas [...] no están grabadas en piedra y que pueden, y deben, evolucionar para reflejar la naturaleza de la sociedad en la que vivimos, en la que la libertad de expresión es generalmente un valor apoyado y celebrado". Además, la UEFA insistió en que "no quiere que los partidos de fútbol se usen con fines políticos", pero "tampoco quiere sancionar a un club o a una federación en situaciones donde una persona razonable no se sentiría ofendida por un mensaje exhibido en un campo de fútbol".

PARECE UNA NORMA INJUSTA PORQUE LO ES

Se cambia la norma porque parece injusta y lo parece porque lo es. Ahora bien, si el club afectado las paga, se harán desaparecer del catálogo normativo. Comprometerse a la derogación de una norma y seguir aplicándola y ejecutándola  va contra la esencia del derecho sancionador. Casa, no obstante, con la honradez y el acrisolado espíritu deportivo de ese dechado de virtudes que son los varones que pueblan los hoteles de lujo suizos para la salvaguarda del deporte rey. Visto así, parece que no hayamos salido de la era de las simonías, la compra de cargos eclesiásticos. Al menos, la máquina se ha engrasado a plena luz del día, lo que es poco consuelo para los modestos.

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Sigamos. Este cambio de actitud en la UEFA pone de manifiesto dos cosas. Que, al final, mediando acuerdos incentivados o no, la UEFA es más abierta que las organizaciones deportivas españolas que llevan las manifestaciones en los estadios a los juzgados, pretenden clausurarlos, multan a clubs, requisan banderas y lemas no violentos y, en fin, prosiguen la criminalización del disenso también en sede deportiva. La Secretaría de Estado para el Deporte, las federaciones y demás fárrago de bicocas que satelizan este mundillo deberían parar, reflexionar y abandonar esta obsesión con el catalanismo pacífico -no hay otro-. La UEFA, quién lo hubiera dicho, ha dado ejemplo, a su manera, de tolerancia.

ENTIERRO DEL HACHA DE GUERRA

En tercer lugar, la promesa de un nuevo código y el entierro del hacha de guerra entre UEFA y Barça permite sin ambages desde ya la manifestación con total tranquilidad de ideas políticas transversales, también en los estadios. Con la repercusión mediática y global que ello puede tener ... si las cámaras lo retransmiten.

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Con esta extraña victoria, el Barça hace por la causa del catalanismo, independentista o no, más que otras muchas e importantes campañas sumadas. En una época de poderes reales e informales, que el fútbol ampare la difusión de ideas cívicas es de una relevancia inusitada.

Todo gracias a dos entidades privadas como son el Barça y la UEFA. La primera, divisa festiva de una colectividad. La segunda, un monopolio que comparte el dominio del mundo. Alguien escribe recto con renglones torcidos.