Un balón lunático

Messi y Ronaldo, en uno de los clásicos disputados en el Camp Nou

Messi y Ronaldo, en uno de los clásicos disputados en el Camp Nou

DAVID TORRAS

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Bob Dylan se ha pasado la vida escribiendo canciones sin pensar nunca en el Nobel. Jamás pudo imaginar que un día recibiría la llamada anunciándole el premio. Podía haberle pillado en la luna, pero estaba en una carretera. Necesitó unos minutos para asimilarlo aunque es casi seguro que hoy siga sin superar la "profunda impresión" que le causa ver su nombre al lado de "gigantes de la literatura" como KiplingShawThomas MannPearl BuckCamusHemingway a quienes citó en el discurso que hizo leer en su ausencia ante la academia. 

Un pequeño comité de ‘sabios’ eligió al cantautor por delante de un sinfín de escritores, en una decisión tan cuestionable como cualquiera y que el mundo se puso a debatir en cuanto se supo. Es más fácil atreverse con Dylan que, por ejemplo, con Svetlana Aleksiévitx, la ganadora de la anterior edición. Las letras de su canciones no son mejores ahora porque salten de la partitura a un libro y su nombre figure en esa alineación imponente de escritores. Seguro que Dylan sabe el lugar que le corresponde en esa plantilla. Ni están todos los que podrían estar ni todos los que están deberían estar. O sí. Esa es la cuestión. Que nada es indiscutible. Ni siquiera los Nobel. 

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Así que no tiene mucho sentido ponerse trascendente ante el Balón de Oro, un premio del que se habla mucho más de lo que merece (los periodistas, más que nadie) y al que cada uno utiliza a su conveniencia. France Football ha logrado su propósito, encantada como tantos medios, de hacer ruido aunque sea a cuenta del prestigio. La alianza con la FIFA, que le daba un aire más ‘serio’ solo ha durado seis ediciones (Messi ha ganado cuatro) por cuestión de intereses y cuotas de protagonismo no resueltas. Pero ni siquiera los votos teóricamente más cualificados de los seleccionadores y capitanes que ahora se concentrarán en el premio The Best (9 de enero) están libres de sospecha, condicionados por la diplomacia de no herir susceptibilidades entre compañeros de equipo, y salpicados por misteriosas desapariciones y cacicadas como la de Blatter (2014) de ampliar el plazo para que puntuara el hat trick que Cristiano le metió a Suecia en la repesca del Mundial. Suficiente para ganar. 

Pretender hacer comparaciones entre Messi Cristiano a partir de su colección de Balones de Oro es tan ridículo como algunos de los argumentos que se utilizan para justificar según que votos o el constante cambio de criterio. El que ha valido para coronar al madridista no valió para hacerlo con Iniesta frente a Messi. Si Leo lo ganó entonces por ser el mejor, por encima del peso del gol que dio el Mundial, debería retenerlo casi a perpetuidad.

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Así que sería bueno relativizar las cosas y no caer en según qué trampas. Un premio en el que Iniesta no tiene un solo voto, igual que Ramos, y que en su día encumbró a jugadores tan intrascendentes para la historia como Cannavaro y Owen, no es un ejemplo de rigor.      

«Tenía las mismas posibilidades de ganar el Nobel que de estar en la luna», confesó Dylan. Si alguien cree que la diferencia entre Messi y Cristiano es un Balón de Oro allá él.  Pero, en el fondo, incluso los que apuestan por el portugués, en muchos casos interesadamente y con la camiseta puesta, saben que es más fácil que Cristiano se haga un selfie luciendo abdominales en la luna que la historia del fútbol le recuerde como lo hará con Messi.