El márketing agresivo

La pesadilla del último modelo

Hace tres años que tengo mi móvil y no quiero cambiarlo. Traté de explicárselo a un enloquecido vendedor de un centro comercial, que no me comprendió.

Jubilados consultan sus móviles en un bar.

Jubilados consultan sus móviles en un bar.

CARE
Santos

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Hace poco tuve una pesadilla. Recibía un mensaje: «Su marido ha caducado. Le ofrecemos nuestro catálogo de maridos último modelo, cada uno con sus especificaciones técnicas (muy superiores a las del anterior) para que pueda escoger el que más le guste».

Resulta que me gusta mi marido. Puede que los haya más altos, más dicharacheros o más 'cocinitas' que el mío, pero a mí me gusta el mío (mucho). En la pesadilla, trataba de explicárselo a un señor con gafitas amarillas que se daba un aire a Elton John, pero era en vano: él no me entendía. Decía que los maridos modernos no duran más de 10 años y que cuando fallan lo mejor es buscar otro enseguida y sin pensar. Otro con más prestaciones, claro. Podía pagar a plazos, especificó.

Discutí: le dije que los maridos de antes duraban toda la vida. Mi padre, por ejemplo… Pero él soltó entonces una carcajada histriónica y replicó: Sí, como las bombillas, ¿no? ¿Se imagina una bombilla que durase toda la vida? ¡Menudo atraso! Hágame caso, no lo piense -prosiguió- y ya verá como su marido último modelo hará que se olvide enseguida del anterior.

ACTUALIZACIONES DEL SISTEMA OPERATIVO

Como me vio muy terca, pasó a mayores: me dijo que si no cambiaba de marido pronto tendría en casa un trasto inútil, un vegetal. ¿Cómo?, pregunté. Muy fácil, señora, ya no podemos ofrecerle actualizaciones del sistema operativo de los modelos antiguos, su marido dejará de funcionar en menos de tres meses. Lo siento mucho, pero las normas no las hacemos nosotros: es la ley. Todo esto genera muchos puestos de trabajo, ¿sabe? En fin, tuve que rendirme.

No solo me gusta mi marido, también me gusta mi móvil. Hace más de tres años que lo tengo y hay tres modelos posteriores de la misma marca, pero a mí me gusta el mío. Traté de explicárselo a un enloquecido vendedor de un centro comercial, que no me comprendió. También quisiera que mi móvil fuera para toda la vida. Qué se juegan a que no lo consigo.