Cambio de ciclo político

Izquierda latinoamericana: volver a empezar

Las fuerzas progresistas deben reflexionar sobre sus errores y repensarse si quieren recuperar el poder perdido en varios países

Ilustración de Leonard Beard para el lunes 12 de diciembre del 2016

Ilustración de Leonard Beard para el lunes 12 de diciembre del 2016 / periodico

SALVADOR MARTÍ PUIG

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Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia y referente intelectual del Gobierno de Evo Morales, confesó que "América Latina está ante un momento de inflexión histórica. Algunos hablan de un retroceso". El retroceso al que hace referencia es el de la izquierda latinoamericana, que, después de más de una década de hegemonía, está en un franco repliegue. Así lo demuestran la destitución (más que cuestionable) de Dilma Rousseff, la derrota electoral del sucesor de Cristina Kirchner, la renovada proyección de Uribe, la llegada del tecnócrata neoliberal Pedro Pablo Kuczynski a la presidencia del Perú, la descomposición del régimen de Venezuela o los pésimos augurios de las formaciones progresistas en Chile o en México. 

ERRORES DE CÁLCULO, INCAPACIDADES...

¿Cómo interpretar que un grupo tan variopinto de formaciones de izquierda pierda súbitamente el poder que tanto tiempo y esfuerzo le costó conquistar? No es posible hacer un compendio detallado de los factores de este declive, pero sí cabe señalar errores de cálculo, incapacidades, dejación de responsabilidades, así como decisiones que movilizaron a enemigos políticos y desmovilizaron a aliados naturales. 

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Entre los errores de cálculo estuvo la incapacidad de prever el cambio de ciclo económico fruto de la bajada de los precios de las commodities y, con ello, el agotamiento de los recursos públicos con los que se financiaban proyectos expansivos. De las incapacidades destaca la poca destreza en la elaboración de reformas fiscales que gravaran a las grandes empresas y a los sectores de mayores rentas, y la dificultad de crear unas instituciones más sólidas y confiables, capaces de prestar servicios públicos a lo largo del territorio, dando más poder a los gobiernos locales y regionales. Respecto de la dejación de responsabilidades destaca la permisividad que hubo ante la corrupción y abuso de poder --a veces con tics autoritarios-- cuando lo ejercieron sus afines.

UN TRABAJO DE SÍSIFO

En cuanto a las decisiones que movilizaron a enemigos y desmovilizaron a amigos destacan, entre las primeras, el impulso de políticas de reconocimiento de derechos a colectivos tradicionalmente marginados (como los indígenas) y la aprobación de leyes para regular el matrimonio igualitario o la interrupción del embarazo. Y entre las segundas cabe mencionar el mantenimiento --e intensificación-- de un modelo de crecimiento basado en las industrias extractivas y la agro-exportación, enajenando a colectivos ecologistas a la par que comunidades campesinas e indígenas.

Con lo dicho no expongo que la izquierda deje de ser relevante en la región, pero sí que si pretende continuar abanderando la lucha por los derechos de los más débiles y por una sociedad más justa --en la región más desigual del planeta-- necesita reflexionar sobre sus errores y repensarse. La tarea es colosal, y en eso la izquierda se parece al mito de Sísifo en el inframundo, obligado a cumplir un castigo que consistía en empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, y antes de alcanzar la cima la piedra siempre rodaba hacia abajo, teniendo que empezar desde el principio una y otra vez.