A tu lado, en el bien y en el mal

Leo Messi y Cristiano Ronaldo se saludan, en el Camp Nou

Leo Messi y Cristiano Ronaldo se saludan, en el Camp Nou / EFE / ALEJANDRO GARCÍA

ALBERT GUASCH

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Sabemos que el (supuesto) fraude tributario de Cristiano Ronaldo y el que llevó a una condena a Leo Messi perseguían lo mismo (ocultar las ganancias que les brindan sus patrocinadores), aunque se vehicularan de forma distinta. Cada maestro en evasión fiscal tiene su librillo. Y sabemos también que la cantidad defraudada no admite comparación. Sabemos que el portugués solo ha satisfecho el 4% de los 150 millones desviados a paraísos fiscales. O sea, si hay un día condena, la cifra debería superar holgadamente los 4,1 millones ocultados por los asesores de Messi

Se ha subrayado desde Barcelona el trato dispar de los representantes de los aparatos del Estado que uno y otro han recibido, justificado en el estado de gestación poco avanzado del caso de Cristiano. Pero recordemos una vez más que todo un abogado del Estado calificó al argentino de "capo de una organización mafiosa". Y que el potente altavoz mediático madrileño disparó con bazoka contra Messi mientras que con Cristiano se impone el suave tacto del respeto. 

¿EJEMPLAR?

¿Es poner de relieve estas diferencias un acto de victimismo? ¿Es caer en el ancestral lloriqueo barcelonista sospechar que la destrucción del prestigio social que se desató contra el crack argentino no se verá con la estrella portuguesa, pase lo que pase? Se diría que es compatible señalar todo lo anterior y afirmar a la vez que resultó sonrojante la histriónica campaña de solidaridad con el '10' que en su día fomentó la directiva del Barça. Inolvidable aquel #totssommessi.

Y lo mismo, por tanto, cabe decir del Madrid de Florentino Pérez y su petición de respeto por un futbolista que, a su extravagante juicio, "ha tenido un comportamiento absolutamente ejemplar durante toda su trayectoria" en el club blanco. 

Estos gestos no hacen más que exponer la servidumbre de las directivas hacia sus estrellas. De ellas, de su rendimiento y su felicidad, depende su continuidad en el palco. Siempre a su lado, pues. En el bien y en el mal.