IDEAS
Quiero mi Cuba-libro
Siempre que me planteo moderar mi consumo cervecero, pienso en aquel indiano que salvó su vida por una curda. Volvió de La Habana el verano antes del triunfo de la Revolución y le gustaba invitar a vino. Una noche, borrachísimo, apalabró la compra de tres casas en la costa lucense. Al día siguiente, el vendedor lo abordó en la barra para escriturar el pacto. "¿De qué 'carallo' me hablas, 'llico'?", respondió. Pero, llevado por la incapacidad congénita del gallego para el conflicto directo y del emigrante para negar su reputación, accedió. Poco después, "los barbudos" le arrebataron todo lo ahorrado en Cuba y él subsistió gracias a aquel acuerdo. A aquella borrachera.
Cuba era estas leyendas. Mi tío abuelo, que apenas fue vestido pero que mandaría luego cartas desde allí alardeando de su empleo como sastre en la principal boutique de La Habana. O el que llegó al puerto de A Coruña a pie, pero que acabó comprándose un Rolex trabajando como taxista en el Malecón. Esa era la imagen que yo tenía de niño, hasta que decidí que en mi carpeta del 'insti' combinarían bien Devo, Claudia Schiffer y el Che.
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Hace dos años viajé a La Habana. Sería idiota formular un juicio breve en base a un mes de turismo y una ideología de izquierdas, pero había más matices en el discurso de los cubanos que conocí que en las opiniones de nuestros medios tras la muerte de Fidel. Aun así, una librera afable casi me zurra por preguntarle por Cabrera Infante (yo le recité: "También mueren los que pueden hacer de dos palabras y de cuatro letras un himno y un chiste y una canción"). Y también me entristeció que sonara ubicuamente 'La Gozadera' ("Miami me lo confirmó"), no por mal tema, sino por lo que Iván de la Nuez define como "miamización cubana". Cuba se debatirá ahora entre la cultura de las democracias representativas más cínicas y los tópicos tronados (presiones extranjeras y vicios adquiridos) de un discurso revolucionario en su día precioso.
Yo recordaré a ese conductor que frenó de repente para pasearse por su autobús cantándonos una balada de José José. Y le pondré una vela a Los Zafiros para que Cuba, aunque abra las ventanas, no pierda el calor.
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