Editorial

La escuela necesita mejorar

España abandona la mediocridad pero aún tiene mucho trabajo para lograr la excelencia educativa

Una niña cuelgasu mochila en el CEIP Antoni Gaudí de Cornellà.

Una niña cuelgasu mochila en el CEIP Antoni Gaudí de Cornellà.

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Por primera vez en 15 años, España no suspende sin paliativos en el Informe PISA, el estudio elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre el nivel de los estudiantes de 15 años en 72 países. Acostumbrados al suspenso pertinaz, los resultados de este año (por encima de la media de la OCDE en comprensión lectora, justo en el promedio en Ciencias y muy poco por debajo de este en Matemáticas) son sin duda un síntoma positivo. Pero reconocer que la escuela española ha dado un salto no debe hacer olvidar otros datos: que en la clasificación por países España sigue en mitad de la tabla, que la mejora coincide con una  caída del promedio de la OCDE, o que las puntuaciones son casi las mismas que hace una década, lo cual implica un estancamiento del sistema educativo español.

El informe efectúa un toque de atención respecto el «extraordinario porcentaje de alumnos repetidores», en palabras de la propia OCDE, que genera el sistema educativo español. El índice de repetidores es 19 puntos superior al de la media, con todo lo que ello implica en términos de coste y de aprendizaje. Y los resultados en Ciencias son, siendo generosos, discretos.

En este terreno, el de Ciencias, en cambio, Catalunya ha logrado una sustancial mejora respecto el anterior informe PISA, correspondiente al año 2012. La escuela catalana supera la media española, europea y de la OCDE en comprensión lectora, Matemáticas y Ciencias, pero esta buena noticia contrasta con el hecho de que en la clasificación por comunidades autónomas no supera el sexto puesto. En el índice de equidad –el rendimiento de los alumnos según su origen social– Catalunya tampoco obtiene buena nota, incidiendo en un problema creciente del sistema educativo que es la diferencia entre alumnos según la renta de sus familias y la capacidad y voluntad de sus padres para participar en el proceso educativo.

Los resultados del PISA llegan en un momento en que el Gobierno se aviene a dialogar tras los nefastos años de José Ignacio Wert al frente de Educación, en busca de un Pacto de Estado que se antoja esencial para el futuro del país. Porque si salir del pozo de la mediocridad es una buena noticia, no justifica euforias ni oculta el hecho de que la escuela aún necesita mejorar mucho.