EL RADAR

'Me Gusta' Alepo

Una muchedumbre trata de de huir, ayer, de los barrios orientales de la ciudad siria de Alepo.

Una muchedumbre trata de de huir, ayer, de los barrios orientales de la ciudad siria de Alepo.

JOAN CAÑETE BAYLE

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¿Puede haber desinformación por empacho? ¿Puede haber insensibilización por sobredosis de sensibilidad? ¿Vivimos tiempos de posverdad y de poshipocresía? "Llega a Alepo el primer camión de Me Gusta de Facebook", reza el titular de una publicación satírica que ha hecho fortuna en las redes estos días. La insuperable paradoja es que muchos habremos hecho Me Gusta a esta información que critica los Me Gusta.

Por simple coincidencia con un momento histórico, la de Siria debe de ser la guerra que más Me Gusta, retuits, favoritosemojis y hashtags ha generado en la historia. A diario, se cuelan en los timelines vídeos, fotografías, crónicas de corresponsales de guerra, reportajes de periodistas ciudadanos y tuits y posts de desesperados ciudadanos de a pie. Tanto material se comparte con fruición, ya que con un solo click, se dice, ayudamos a sensibilizar sobre la tragedia, a que se conozca la verdad de lo que allí sucede. En los comentarios hay crudas expresiones de dolor, acertadas denuncias contra los gobiernos por no hacer nada, y contra los medios de comunicación por no informar como se debe del desastre de la guerra.

ACUSACIÓN INJUSTA

La acusación contra los medios es injusta en muchos casos (de la guerra de Siria se informa tal vez no tanto como muchos quisieran, pero se informa mucho) y responde a una premisa que ya no existe: que es la prensa la única fuente informativa en el ecosistema mediático. Resulta curioso que por un lado se diga que la prensa pierde poder de influencia cada día que pasa (la victoria de Donald Trump sería un ejemplo de ello) y que por el otro se la acuse de silenciar lo que sucede en Siria.

Hoy resulta muy difícil silenciar algo como lo que sucede en Siria, en Irak, en Palestina o en Libia. La multiplicación de medios y de emisores hace que sea imposible e hipócrita que un ciudadano en Occidente pueda alegar ignorancia. Es difícil encontrar a alguien en nuestras sociedades que al menos no haya visto imágenes de lo que sucede en Alepo. Cierto, las imágenes sueltas no contextualizan ni sensibilizan, pero interesarse de lo que sucede es un ejercicio individual, una responsabilidad personal. Hacer Me Gusta resulta más sencillo que leer crónicas que bajan más allá del tercer scroll. Pero esas crónicas existen. Hay en la red decenas de ellas en múltiples idiomas en todos los formatos posibles: escrito, audiovisual, infográfico. Decir hoy que no se sabe lo que sucede en la guerra de Siria porque no se informa de ello es un acto de hipocresía.

GUERNICA, EN EL OLVIDO

"Cuando la humanidad debiera haber alcanzado la perfección del civismo, tenemos dos ejemplos de todo lo contrario, la crueldad y el salvajismo despiadado de Mosul y Alepo, donde el odio entre musulmanes es apoyado y sufragado por potencias occidentales, unas movidas por intereses estratégicos de economía y otras, por una indiferencia egoísta ya que a ellas no les afecta", escribe Julián Fernández, desde Madrid, que añade: "Los niños sangrantes que se recogen de entre los escombros después de los bombardeos no son nuestros hijos ni nuestros nietos, ya que Guernica y las carreras con niños en brazos al refugio del metro en Madrid tras el aviso de los bombardeos ya están olvidadas".

Es cierto que son los estados los responsables de la inacción ante lo que sucede en Siria. También lo es que en asuntos como la acogida de refugiados las sociedades civiles golean a los gobiernos. Pero  en la rebelión del móvil, en la revolución del Me Gusta, hay algo narcotizante, un lavado de consciencia, un chute de buenismo. Al menos compartimos fotos, la culpa es de los gobiernos y de los medios. Ese es el mensaje.

Si tan grande es el consenso de que lo de Siria debe detenerse ya, ¿por qué somos incapaces de convertir tantos camiones de Me Gusta  en presión a los gobiernos? Tal vez porque los Me Gusta son inofensivos.