El boicot a Trueba

Fernando Trueba, en la librería La buena vida de Madrid.

Fernando Trueba, en la librería La buena vida de Madrid. / periodico

JUANCHO DUMALL

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Puede parecer increíble, pero 41 años después de la muerte de Franco persiste el lamentable mito de los enemigos de España, cultivado por la dictadura hasta el esperpento del contubernio judeo-masónico. El último antiespañol es el director de cine Fernando Trueba, que ha padecido en las redes un feroz boicot a su película 'La reina de España'. ¿Cómo ha conseguido Trueba entrar en el club de desafectos a la patria del que también formaron parte Pablo PicassoLuis Buñuel o Pau Casals?

Aparentemente, fue por una frase pronunciada en San Sebastián el 21 de septiembre del 2015, durante su discurso al recoger el Premio Nacional de Cinematografía que le entregaba el ministro Íñigo Méndez de Vigo. "Nunca me he sentido español. Ni cinco minutos de mi vida". La afirmación formaba parte de un alegato intelectual más amplio conta la pulsión de pertenencia a la tribu. "Nunca he tenido un sentimiento nacional. Siempre he pensado que en caso de guerra, yo iría con el enemigo".

Trueba cometió ese día el pecado, imperdonable en España (y en Catalunya), de exhibir la flojera nacionalista. Ahora se le recuerda mezclado y agitado con uno de los más queridos tópicos del PP, sector Montoro: el cine español, comandado por la izquierda, produce películas mediocres y solo sobrevive por las ayudas del Estado. Un argumento que sería impensable en los países cultos de nuestro entorno. Por eso en este boicot castizo y celtibérico ha aflorado inmediatamente el argumento de las subvenciones. "Con mis impuestos no financio a traidores a mi país", decía el tuit de un ultra. 

LOS DE LA CEJA

El director ganador de un óscar por 'Belle Époque' --"bizco de los cojones", en otro amable mensaje en la red-- ha sido vilipendiado no por rojo, sino por su explícita falta de ardor patrio, expresada, por ejemplo, en sus críticas a la guerra de Irak. Este lamentable episodio es la consecuencia de haber colocado a la cultura --los de la ceja, los bolivarianos, los antiespañoles-- dentro del rifirrafe partidista. Definitivamente, este no es país para librepensadores.