Al contrataque

Los puzles

En alguna gente, su vida sentimental resulta importante, en otras, da exactamente igual

Mandy Patinkin, Rupert Friend y Claire Danes, en la quinta temporada de 'Homeland'

Mandy Patinkin, Rupert Friend y Claire Danes, en la quinta temporada de 'Homeland' / periodico

MILENA BUSQUETS

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Hace unos días, salí a cenar con unos amigos y nos pusimos a hablar de series de televisión. Comenté que me gustaba mucho <strong>'Homeland'</strong>, sobre todo por su protagonista femenina, tan valiente, intensa, atractiva y torturada. Mi amigo Dani dijo que le parecía una mujer maravillosa y muy sexy, mientras su mujer, que estaba sentada al otro lado de la mesa, asentía.

A continuación, me preguntó si recordaba la primera escena de la serie y me la describió. Según el recuerdo de mis amigos, la serie daba comienzo con Carrie llegando precipitadamente a su casa. Una vez en su dormitorio, se quitaba la chaqueta, los zapatos, la camisa, las medias y la ropa interior y se quedaba en combinación corta. Entonces entraba en el lavabo, se pasaba una toalla húmeda por entre las piernas, se lavaba los dientes a toda prisa y se tomaba una pastilla.

EL COLMO DEL MORBO

Yo no recordaba una escena tan íntima al principio de la serie así que al llegar a casa aquella noche, revisé el primer capítulo. La serie no comienza exactamente así, la secuencia que tanto había impresionado a mis amigos, está a cuatro minutos del principio y apenas dura unos treinta segundos. Lo que para mí era un escena más bien banal y un poco cruda, para mis amigos era el colmo del morbo. Me quedé largo rato pensando en el regalo que me habían hecho.

Las personas somos como puzles. Pero para conocer a alguien, no necesitamos todas las piezas ni todos los detalles (hacen mal, creo, las personas que se empeñan en contárselo todo a su pareja. Ese 'todo' a menudo no aporta nada), solo son necesarias las piezas clave. Es como cuando estás haciendo un puzle de verdad y encuentras el fragmento con el ojo del león, o la punta del campanario, o la guinda del pastel. Esas piezas son oro para un escritor, una vez las tienes, sabes que ya tienes a la persona y que, si quisieras, podrías comenzar su transmutación en personaje.

Uno no sabe cuáles son piezas clave hasta que se las entregan, a menudo despreocupadamente. Es curioso la facilidad con la que damos información valiosísima sobre nosotros mismos, al lado de la basura (las apariencias, los gustos, el 'me gusta esto' o 'detesto aquello'), de repente hay oro.

Las piezas clave son distintas para cada persona. En alguna gente, su vida sentimental resulta importante, en otras, da exactamente igual. Y no todo el historial sexual de alguien es relevante. A veces, una persona con la que te acostaste una vez (o nunca), una maestra de la infancia o un amor de verano, dicen más sobre ti que tu esposa de toda la vida.

Todos somos puzles y para entender a alguien no necesitas todas las piezas, solo 4 o 5. Eso sí, a veces se tarda toda un vida en encontrarlas.