MIRADOR

'Finezza' vasca

Los privilegios de Euskadi no requieren meter ruido o lo prefieren con sordina, al contrario del mal de Catalunya, que mueve más jaleo que nunca

XAVIER BRU DE SALA

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Iñigo Urkullu repite sin despeinarse. Concede tres consejerías de propina a los más débiles del panorama. Anuncia una reforma del estatuto con salida de caballo siciliano (y con previsible parada de burra manchega). Como no podía faltar el órdago, batallará en pro del reconocimiento de la nación vasca. Fantástico. En el horizonte de lo que es deseable, pero improbable, el traspaso de la seguridad social que culminaría el estado propio. Los privilegios de Euskadi no requieren meter ruido o lo prefieren con sordina, al contrario del mal de Catalunya, que mueve más jaleo que nunca.

El PNV podía haber ido mucho más allá, pero llegados al sumo grado de la autonomía más le vale no incrementar las tensiones. Ni las territoriales ni las políticas. Si la España que quieren el PP y el PSOE de Susana Díaz es la inmovilista, pues viva el inmovilismo y si me apuras incluso las cadenas. Está claro que el PNV pedirá contrapartidas, y las obtendrá, pero sin forzar la máquina. No sería extraño que los peces ingresaran en el cesto vasco por una discreta apertura lateral.

Buena parte de los catalanes piensan, a la desesperada, que quien no se arriesga no consigue nada. Muy al contrario, la mayor parte de los vascos opinan que es cuestión de minimizar los riesgos. El PNV, que ha sido siempre un partido de orden (si bien se beneficiaba del desorden) se ha convertido ahora en un sólido contrafuerte del orden establecido. Reforzado en las urnas por prudente, Urkullu ayuda a estabilizar y consolidar el régimen del 78. Por si alguien dudaba, se permitió despreciar al 'president' Artur Mas en público. Por su parte, reivindicaciones con sordina. De entrada, buena disposición a quitar las castañas del fuego bipartidista. Por eso todo el mundo da por hecho que el PNV facilitará la aprobación de los presupuestos. El mismo favor al PP y al PSOE, puesto que a ambos les conviene aflojar la presión del abrazo del oso popular al cervatillo herido.

Por su parte, Idioia Mendia ha conseguido disimular la pérdida de la mitad de los votos. Bajo el sol del gobierno no se siente el frío. De este modo el PSE, aunque muy disminuido, mantiene su plena autonomía. Pero a pesar de las discrepancias con la gestora de Javier Fernández, Mendia no se dedica a sacudir el barco socialista. Es probable que tardemos mucho tiempo en conocer las cláusulas no escritas del acuerdo PNV-PSE, y es posible que, 'finezza' pacta con 'finezza' y cálculo rima con cálculo, no salgan nunca a la luz del día. Pero la bendición de Díaz, a contracorriente de su propia gestora, es bastante significativa. O estaba al caso, o espera sacar provecho, o las dos cosas.

Aunque en la España de hoy nadie se siente cómodo, es significativo que los menos incómodos, es decir los mejor instalados en la piel de toro, Euskadi y Andalucía, se hayan entendido bajo mano sin pasar por Madrid, aunque sin contrariar el PP. Ni el PSOE andaluz ni el PNV piensan romper ningún plato, porque es en estos platos que, aunque a una escala muy diferente, comen por encima de lo que producen. Ay, si Catalunya no sufriera tantas privaciones.