Dos miradas

El niño rumano

El otro lado del umbral de la pobrza no es la fe que consuela sino esa estufa que protege del frío

icoy36296531 pobreza infantil161118192105

icoy36296531 pobreza infantil161118192105 / PEDRO ARMESTRE

JOSEP MARIA FONALLERAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Un escalofrío intenso recorría la lectura del reportaje que la compañera Carmen Escales publicó el domingo en EL PERIÓDICO. Con miembros de Save the Children se adentró en un bosque de Rumania para vivir de cerca la miseria infantil en el país donde hay más niños que subsisten en el espacio inmaterial y brumoso que, con una cierta condescendencia y no sin el optimismo de los acomodados, llamamos «el umbral de la pobreza». El umbral es un límite, un hito, y Escales nos adentró en el interior, en el espacio humillante donde estos niños crecen.

Me llamaron la atención las palabras de Nicuçor, un niño de 10 años que acaba de entrar, por primera vez, en una escuela. «De mayor quiero ser cura», decía. Después, un trabajador social, añadía: «En la iglesia se está caliente». Sin luz ni agua, sin ventanas, la ambición, el deseo del niño no era acogerse al bienestar espiritual, sino simplemente llegar a los mínimos a través de lo que él considera, con inocencia, una vía de acceso al máximo confort que puede imaginar. El calor.

No es necesario entrar en muchas consideraciones teológicas. El otro lado del umbral no es la fe que consuela sino esa estufa que protege del frío. Pienso en este niño; en todos los que ahora vagan por Europa sin familia; en los pequeños refugiados del campamento de Calais que ahora trabajan sin sueldo, dispersos por Francia; en los 'niños de la cola' de Barcelona, que huelen para resistir. Y un escalofrío recorre el espinazo.