Quién teme a Emmanuel Macron

Macron, tras su renuncia, ayer en París.

Macron, tras su renuncia, ayer en París.

Raquel Montes Torralba

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Enmanuel Macron ha confirmado este miércoles lo que ha sido durante los últimos meses un secreto a voces, su candidatura a la presidencia de la República francesa. Desconocido del gran público hasta agosto del 2014, cuando fue nombrado ministro de Economía, Macron ha sabido labrarse en muy poco tiempo un perfil político propio, reiterado este miércoles en su discurso: crítica a una clase política desfasada, la voluntad de trascender la división entre la izquierda y la derecha y la apuesta por la Unión Europea como clave del éxito de Francia en la globalización. En un clima de precampaña electoral muy crispado, este candidato de 38 años, sin partido político y que nunca ha ejercido un cargo electo, es un soplo de aire fresco. Partiendo de la constatación de que la hora es grave, apuesta por un mensaje de esperanza en la capacidad del país de hacer frente a los cambios y en la voluntad de los franceses de permanecer unidos. Sin embargo, puede que sus mayores bazas sean también sus principales debilidades

El candidato de la banca o el Brutus moderno

Emmanuel Macron es asociado al “giro liberal” del Gobierno de Hollande, materializado en el 2014 con una reorganización ministerial tras las críticas de varios ministros. El joven exgerente del Banco Rothschild recibe entonces de François Hollande el mandato de “reformar”. Mandato que se aprestó a cumplir poco tiempo después con la presentación, en diciembre de ese mismo año, de la ley que lleva su nombre. La ley Macron fue adoptada en agosto del 2015 y consiste en un vasto abanico de medidas destinadas a facilitar la creación y el desarrollo de la actividad económica a través de la liberalización del mercado, respaldando la inversión y flexibilizando el derecho del trabajo. La polémica originada le hizo salir inmediatamente del anonimato: la izquierda de la izquierda le acusó de lobo liberal cubierto de piel de cordero socialista y la derecha se esforzó en mostrar esta nueva ley como irrelevante o como positiva pero insuficiente frente a los retos a los que el país debe hacer frente

El lanzamiento el pasado abril de su movimiento, En Marche!, cuando todavía era ministro y su posterior dimisión cuatro meses después, con la más que obvia idea de presentarse a las presidenciales del 2017, despiertan grandes críticas en uno y otro bando, que denuncian su traición al presidente Hollande. Sin embargo, la dureza de las críticas puede ser también un indicador de la peligrosidad con la que ambas partes evalúan la candidatura de Macron: hacia la derecha, rivaliza con Alain Juppé, candidato destinado a ganar, según las encuestas, las primarias de Los Republicanos; a la izquierda, puede recoger los votos de aquellos insatisfechos con Hollande pero favorables a una izquierda reformista. Entretanto, a la luz de los últimos acontecimientos internacionales, una duda permanece: cuántos franceses considerarán, en el momento de votar, que una política liberal y reformista es la más indicada para su país