La ofensiva contra el Estado Islámico

Hacia una desastrosa victoria

La conquista de Mosul solo agravaría el sectarismo que desangra Irak desde hace 13 años

Familias desplazadas por la ofensiva gubernamental contra Mosul.

Familias desplazadas por la ofensiva gubernamental contra Mosul.

GEORGINA HIGUERAS

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El cerco se estrecha sobre Mosul. El Ejército iraquí, los peshmergas kurdos, las milicias chiís, las milicias tribales sunís y los 5.000 asesores militares de EEUU y otros efectivos de diversos países, incluidos Reino Unido y Francia, se afanan en liberar la segunda ciudad de Irak del autoproclamado Estado Islámico, pero nadie ha planteado una estrategia para el día después. No hay una hoja de ruta hacia una reconciliación con la maltratada minoría suní de Irak, cuyos elementos más belicosos se unieron a Al Qaeda y luego al Daesh para escapar del infierno al que les lanzó la invasión del Pentágono del 2003. La conquista triunfal de Mosul solo agravaría el sectarismo que desangra Irak desde hace 13 años y avivaría el recelo de los vecinos enfrentados por dominar una u otra zona del malogrado país.

UN NUEVO DESASTRE HUMANITARIO

De momento, la batalla iniciada el 17 de octubre supone otro desastre humanitario. Decenas de miles de civiles han abandonado la ciudad para unirse a los más de tres millones de desplazados que malviven en campos de refugiados desperdigados por el país, un tercio de ellos en el Kurdistán iraquí. Pero en la capital de la región de Nínive aún queda casi un millón de personas. Para los yihadistas son escudos humanos, para los atacantes víctimas colaterales de la lluvia de bombas con que pretenden romper la moral del Daesh y rendir a sus combatientes.

El Ejército iraquí ha acordado con los demás fuerzas afines que será el primero en entrar en la ciudad, pero cuando se presienta el colapso será muy difícil retener a las milicias chiís o a los peshmergas, ansiosos por obtener los réditos del avance. Muchos kurdos sostienen que Mosul era una ciudad kurda, que Sadam Husein pobló con sunís. El Gobierno iraquí, sin embargo, no consentirá que caiga bajo el dominio kurdo.

LA PERMANENCIA DEL MENSAJE DEL DAESH

Si a nivel interno la falta de un plan de reconciliación apunta a una mayor inestabilidad entre las distintas etnias que componen Irak, a nivel externo la decisión de Turquía de apoyar la consolidación del autogobierno kurdo en el norte de Irak puede desatar un conflicto. Irán que alienta las milicias chiís y busca aumentar su influencia en Bagdad rechaza la división de Irak y Arabia Saudí mantendrá su apoyo a los sunís.

Mientras, las ruinas de Mosul no enterrarán el mensaje del Daesh. Los yihadistas, que no han dudado en incendiar decenas de pozos de petróleo, y han llenado la ciudad de trampas y túneles por los que huir, se irán a Siria, Yemen, Somalia, Libia o cualquier otro Estado fallido desde el que volver a levantar su califato y seguir luchando por captar adeptos. Tal vez, el Daesh como organización atraviese un periodo difícil tras la pérdida de la región de Nínive, al ser expulsados de Tikrit, Ramadi y Faluya, pero hay otras muchas organizaciones radicales más pequeñas que no se verán afectadas, podrán mantener la lucha, atentar en Europa y reforzarse dentro de la línea del Daesh o volviendo a la matriz de Al Qaeda.

En Mosul habrá de todo menos victoria.