Las fortunas empresariales

Adulación y elogio de la nueva riqueza

El perfil de muchos de los españoles de la lista de 'Forbes' dice mucho y bien de la economía y del país

Amancio Ortega, en el 2013.

Amancio Ortega, en el 2013. / EFE / CABALAR

ANTÓN COSTAS

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La pasada semana todos los diarios, radios y televisiones se hacían eco de quiénes son los españoles más ricos en España según el 'ranking' de la revista norteamericana 'Forbes'. Entre los primeros españoles de la lista están personas como Amancio Ortega (Inditex-Zara), Juan Roig (Mercadona), Isak Andic (Mango), Juan Miguel Villar Mir (OHL), Sol Daurella (Cobega-Cocacola), Víctor Grifols (farmacéutica Grifols) y otros que por cuestión de espacio no menciono.

ADMIRADORES DESINTERESADOS

El tono de los comentarios que acompañan a esas noticias es más de adulación de la riqueza en sí misma que de elogio de la trayectoria empresarial y vital de las personas agraciadas por ella. Es una adulación orientada a admirar las grandes riquezas y otorgarles estatuto de celebridad, al estilo de los programas de 'ricos y famosos'. Una adulación que, por otro lado, es más intensa cuanto mayor es la fortuna.

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Lo curioso es que esta adulación se hace por personas que tienen pocos motivos para ello. Son, en este sentido, admiradores desinteresados. Este comportamiento ya llamó la atención de Adam Smith, el economista y filósofo moral escocés de finales del siglo XVIII, autor de la primera obra moderna de Economía, titulada 'Una investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones'. O, simplemente, 'La riqueza de las naciones', que fue publicada en 1776. Para Smith, defensor de la nueva economía competitiva que más tarde se llamaría capitalismo, esa adulación acrítica no solo es desagradable en sí misma, sino potencialmente peligrosa: "Esta disposición a admirar, y casi a idolatrar, a los ricos y a despreciar o, como mínimo, ignorar a las personas pobres y de condición humilde (...) es la principal y más extendida causa de la corrupción de los sentimientos morales".

RIQUEZA DE PRIMERA GENERACIÓN

Sin embargo, si en vez de idolatrar la riqueza en sí misma, cual un moderno becerro de oro bíblico, nos fijamos en la "naturaleza y causa" de la riqueza de los nuevos ricos españoles que aparecen en la lista de 'Forbes' podemos transformar la adulación en un cierto elogio. Un elogio que aquí y ahora quiero centrar en cuatro comentarios:

Primero. Se trata, en muchos casos, de una riqueza de primera generación, no de una riqueza heredada, propia de rentistas. Es el caso de Amancio Ortega, fundador y primer propietario de la gallega Inditex-Zara a partir de una pequeña tienda de ropa en A Coruña; o el de Juan Roig, fundador y propietario, junto con su esposa, de Mercadona; y también el de Isak Andic, que de vendedor ambulante llegó a levantar Mango. Es una riqueza meritocrática.

Segundo. Se trata también, en muchos casos, de una riqueza obtenida en actividades en las que predomina la competencia con otras empresas rivales y de ámbito global. No es, por tanto, el resultado de un privilegio amparado por algún monopolio o regulación pública. Es el caso, por ejemplo, de Amancio Ortega, Isak Andic, Víctor Grifols o Sol Daurella. Y, además, se trata de empresas fuertemente generadoras de empleo.

MÁS CENTRÍFUGA QUE CENTRÍPETA

Tercero. La geografía de esa nueva riqueza española es periférica. Territorialmente centrífuga, más que centrípeta. No vive de la proximidad de la política gubernamental, con sus relaciones a menudo incestuosas y corruptas. Además, estos nuevos ricos de primera generación no han hecho lo que suelen hacer los rentistas hereditarios, que acostumbran a trasladarse a la villa y corte y a vivir de las rentas. Ellos siguen viviendo allí donde están sus empresas y cuarteles mayores.

Cuarto. Es, por último, una nueva riqueza que trae, en algunos casos, asociada una responsabilidad social mayor con su entorno social. Muchas de las personas que aparecen en la lista de 'Forbes' se han comprometido, a través de nuevas fundaciones, con actividades sociales, culturales y de otro tipo en beneficio, en unos casos, de personas con necesidades y en riesgo de exclusión social, y en otros, de actividades de interés general. Esta mayor responsabilidad se puede ver como un reconocimiento de que la nueva riqueza no es solo el resultado del esfuerzo y el mérito individual, sino de una actividad colectiva que incluye a trabajadores, empleados y clientes y a la propia sociedad.

Aunque estos comentarios están hechos a vuelapluma y necesiten más matices, que en una sola generación una persona, sin herencia previa, pueda con su esfuerzo crear una fortuna dice mucho y bien de la economía española y del país. Hay motivos para el elogio sincero, que no sea una simple adulación.