El sermón de este año

RAMÓN DE ESPAÑA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

¡Alegría, alegría, hermanos en Cristo, regocijémonos y demos gracias al Sumo Hacedor! Nuestro cura obrero favorito, Ken Loach, nos acaba de hacer llegar su nuevo sermón cinematográfico, 'Yo, Daniel Blake', escrito una vez más por su monaguillo favorito, Paul Laverty, que cuando no está moralizando la sociedad en compañía de monseñor Loach, lo hace con su esposa, la directora española Icíar Bollaín. ¡Qué ganas teníamos todos de volver a ver una historia de buenos y malos, de ricos miserables y pobres dignísimos! ¡Qué bien nos lo vamos a pasar recordando de nuevo el asco que dan los tories y lo mal que se lo deben estar haciendo pasar al pobre Jeremy Corbyn, que es como nuestro Pablemos, pero algo más provecto!

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Si no fuera por monse\u00f1or\u00a0","text":"Loach y el di\u00e1cono Laverty, el cine ser\u00eda exclusivamente arte, entretenimiento o una mezcla de ambas cosas\u00a0"}}Si no fuera por monseñor Loach y el diácono Laverty, el cine sería exclusivamente arte, entretenimiento o una mezcla de ambas cosas. Los intelectuales, ya se sabe, son poco dados a experimentar el temor de Dios y tienen cierta tendencia a escribir sus ficciones como si éste no existiera. Menos mal que algunos curas obreros, como Ken Loach, se sacrifican por nosotros y se dedican a dirigir películas, aunque las desprecien y digan que el trabajo del minero o del obrero de la construcción es muchísimo más digno y necesario que el de cineasta. No ha faltado algún mezquino que le ha espetado al padre Loach que, si en tan poco considera el cine -como demuestra, según sus detractores, con esas realizaciones chatas, de plano y contraplano, de las que no se ha movido desde sus inicios, como si cuidar la estética fuese pecado, ¡que debe serlo!-, tal vez debería bajar a la mina o conducir un autobús urbano, dejando el audiovisual en manos de quienes tengan mejor opinión de él.

¿Por qué no valoran el sacrificio de este hombre bueno? ¡Qué más quisiera él que acudir cada día al equivalente londinense del Pozo del Tío Raimundo! Pero hay una cosa que se llama obligación moral y que es la que rige las vidas de Loach y Laverty. Y esa obligación moral no está para sutilezas que siembren la confusión en las mentes sencillas a las que van destinadas sus películas... Aunque al final la clase obrera en pleno se vaya a ver la última de James Bond y 'Yo, Daniel Blake' solo se la traguen el jurado del festival de Cannes y Gerardo Pisarello. ¡Hay que ser canalla para no querer reconocer la grandeza y el sacrificio que se atisban tras los sermones del padre Loach!