EL AMFITEATRO

Los demonios de Prokofiev

La Ópera de Lyon inaugura temporada con 'El ángel de fuego' intepretada por una gran Ausrine Stundyne bajo la dirección de Kazushi Ono

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ROSA MASSAGUÉ

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¿Ángel o demonio? ¿Histérica o poseída? ¿Seductora sin proponérselo o manipuladora? Cualquiera de estas definiciones podría ajustarse a Renata, la protagonista de 'El ángel de fuego', la ópera de Serguéi Prokofiev, pero al final morirá en la hoguera sin aclararnos exactamente quién es y qué es lo que hay en su pasado. Lo que sí sabemos es que la soprano Ausrine Stundyte que ha interpretado este papel en la Ópera de Lyon es una grandísima cantante y una grandísima actriz, y que la orquesta de aquel teatro bajo la dirección de Kazushi Ono es una gran orquesta.

Basada en la novela del escritor simbolista Valéri Briúsov, la obra presenta a esta mujer perturbada por un episodio de su infancia. Podría ser una violación. Ella cree que un ángel, Madiel, la visitó cuando era niña. De mayor sigue creyendo que está poseída y que solo el encuentro con el conde Heinrich de quien está enamorada y a quien identifica con Madiel, la curará. La coincidencia en una posada con el viajero Ruprecht abre la posibilidad de iniciar de la mano de este caballero la búsqueda de quien cree es la encarnación de su ángel de fuego.

En este camino que debería llevarle a la salvación Ruprecht no escatima esfuerzos para ayudarla. Este 'chevalier servant' rebusca en textos de espiritismo, de alquimia, de esoterismo, se dispone a matar a Heinrich por deseo de Renata y a salvarlo, también por su deseo. Y todo para acabar en un convento contagiando a las demás religiosas de su posesión diabólica hasta que llega el Inquisidor con sus exorcismos y sentencia la muerte de Renata. En este último acto, el recuerdo de 'Los demonios de Loudun', de Aldous Huxley, se impone.

Prokofiev escribió 'El ángel de fuego', tanto la música como el libreto, después de haber salido de la Unión Soviética. La empezó en 1919 y no la acabó hasta 1927, cuando vivía en Alemania. No es ajeno al tema de su ópera la expansión en aquel país de las teorías freudianas y en particular los estudios sobre lo que se consideraba histeria femenina. En su catálogo de óperas, es la cuarta después de 'El amor de las tres naranjas'.

Pese a la actualidad del tema en aquel momento, 'El ángel de fuego' no se estrenó en vida del compositor. En vista de las dificultades para llevarla al escenario, Prokofiev reutilizó varios fragmentos para su 'Sinfonía n. 3'. El estreno absoluto de la ópera tuvo lugar en París, en francés y en versión de concierto en 1954. El compositor había muerto el año anterior. Su estreno escénico, en ruso, no tuvo lugar hasta 1981 en Praga. Es un ópera poco representada, pero la apuesta del director de la Ópera de Lyon, Serge Dorny, para inaugurar la temporada con esta obra ha sido un gran acierto.

La producción procede de la Komische Oper de Berlin y la firma Benedict Andrews. La acción que en el original transcurre en Alemania en el siglo XVI, está situada en un presente indefinido. La concepción dramatúrgica deja abierta todas las posibilidades sobre Renata, pero introduce un elemento más inquietante si cabe. Heinrich resulta ser el Inquisidor. La escenografía es de una gran sencillez pero muy efectiva a base de una plataforma giratoria y unos paneles móviles que enmarcan los distintos espacios de la acción sin que el trajín resulte molesto. Andrews ha multiplicado el personaje de Renata en varias niñas y jóvenes que remiten a los fantasmas de la protagonista. 

La partitura es energía en estado puro. Está llena de contrastes. El papel de Renata es enormemente exigente con muchos saltos interválicos y numerosos matices dramáticos que reflejan el cambiante estado de ánimo de la protagonista. Está en escena prácticamente las dos horas sin interrupción que dura la ópera. La soprano lituana Ausrine Stundyte hace una creación extraordinaria de este difícil personaje, tanto vocal como teatralmente. Le acompaña un no menos entregado barítono Laurent Naouri como Ruprecht.

El resto del reparto está a la altura del desafío pese a la brevedad de sus papeles: Margarita Nekrasova (hostalera), Mairam Sokolova (vidente y madre superiora), Vasily Efimov (Jakob Glock), Dmitry Golovnin (Agrippa y Mefistófeles), Taras Shtonda (Faust), Ivan Thirion (hostalero), Almas Svilpa (Inquisidor y Heinrich), y solistas del coro de aquel teatro de ópera.

El maestro Ono inauguraba su última temporada como director musical de Lyon y lo hacía brillantemente demostrando una vez más el dominio que tiene del repertorio ruso. 

Ópera vista el 17 de octubre.