AL CONTRATAQUE
'Fiesta Gürtel-Nacional'
Me sorprende que en el discutido día de la fiesta nacional nadie haga nada para darle otro aire
Xavier Sardà
Periodista
Es licenciado en Ciencias de la Información, con una amplia trayectoria en radio y televisión. Su actividad se centra actualmente en tertulias de carácter político.
XAVIER SARDÀ
Estoy, como siempre, desorientado. No sé si dirigir esta carta al Rey o a presidencia del Gobierno o a los de la 'marca España' o a los del PSOE, o… no sé. El caso es que, tal y como están las cosas, me sorprende que en el discutido día de la discutida fiesta nacional fiesta nacional nnadie haga el más mínimo esfuerzo para darle otro aire a todo esto. Sois anticuados hasta para ser antiguos. A no ser que os parezca que un desfile militar desfile militar acojona (perdón, amedrenta) y tiene además la finalidad inconfesable del masajeo servil al Ejército o terapia marcial parecida, deberíais licenciar a la cabra dopada y reasignar presupuestos.
Es cierto que tenemos un nuevo y mejor Ejército, pero vuestra vetustez irredenta y cochambrosa da glóbulos rojos a los, según vosotros, temibles radicales y tremendos independentistas. Con un patriotismo tan añejo creáis alérgenos. Conste que, personalmente, tampoco me conmueve especialmente lo del Onze de Setembre.
Ideas idiotas para la fiesta nacional: macroconcierto brutal cada año en una ciudad distinta. Los grandes de la música española, latinoamericana e internacional en un ‘show’ hípertransmitido. Pura fiesta sin conmemoración (glups, igual queda muy OTI). Si no hay presupuesto, discurso de seis horas de Miguel Ángel Revilla con chubasquero. Otra opción es que la recepción en Palacio sea únicamente para un colectivo cada año. Imaginamos al Rey y al presidente con desahuciados, parados, reclusos, refugiados, mujeres maltratadas, colectivos profesionales como personal sanitario, docente, y naturalmente, militares. Sí, prefiero la demagogia al patrioterismo.
SIN 'BLACK CARD'
A otro tema. Cosas (algunas prestadas) que no se pueden comprar con una 'black card', ni con los porcentajes bajo mano de la 'Gürtel': el tiempo ilimitado, la reputación, un dinosaurio vivo. Comida, pero no el apetito; camas, pero no el sueño. Recuerdos. Un buen karma, talento, un hogar feliz, un día de 25 horas, la juventud, el sentido común, una conciencia tranquila, el amor verdadero, respeto. Con dinero se compra la Tierra, pero no el cielo. Se compran diplomas, pero no la cultura. Se manipula la historia, pero no se cambia el pasado.
No se compra navegar a la vez por dos océanos (excepto en sus confluencias), esquiar hacia arriba, desayunar en los dos polos el mismo día. No se compra a alguien en quien confiar, que no llueva el próximo domingo (¿?), la esperanza, la 'Mona Lisa', charlar con Galileo Galilei, lamerse el ombligo. No se compra un tomate con sabor a huerto, asistir a un concierto de Elvis, viajar más rápido que la luz, estornudar con los ojos abiertos o hacerse cosquillas uno mismo.
Dicen que uno no es rico hasta que tiene algo que el dinero no puede comprar. No sé si es cierto, pero estaría bien.
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