Fo, un referente para la humanidad

Dario Fo

Dario Fo / periodico

MANEL BARCELÓ / BARCELONA

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Dario Fo no ha desaprovechado un solo día de su vida. Siempre hizo el teatro que le comprometía con la humanidad. Dario y Franca Rame, inseparables en vida y obra, invirtieron su talento y su enorme bagaje cultural en el teatro popular. Espectáculos de revista, argumentos de vodevil, monólogos satíricos que ellos convirtieron en elementos de denuncia contra la corrupción, la hipocresía y la intolerancia. Sus vidas fueron coherentes con sus ideas. Nunca les fue el 'postureo'. Fo y Rame, durante los años de conflictos y luchas sociales, acudían a las fábricas y ofrecían sus espectáculos gratuitamente a los obreros en huelga y a sus familias. Consideraban la cultura y el teatro como herramientas ideales para inspirar y conseguir una sociedad más justa. Intentaron amedrentarlos y no lo consiguieron, sufrieron una auténtica persecución política a todos los niveles: censura, denuncias, prohibiciones, incluso violencia física por grupos neofascistas. Fo y Rame nunca claudicaron.

Me une un vínculo muy especial a Dario Fo tras haber interpretado durante 25 años el monólogo 'La tigresa y otras historias'. No sería el mismo actor de no haber estrenado esta obra en 1983, dirigido por José Antonio Ortega. El espectáculo me dio a conocer en toda América Latina y se convirtió en mi propio laboratorio teatral. Recientemente me di el gusto de remontarla a puerta cerrada, para mi mujer y un reducido grupo de amigos. Fue impactante conectar de nuevo con el mensaje de su teatro y con el espíritu de mis treinta años.

Llegué a conocerle y era un genio como artista y como persona. Cuando le concedieron el Nobel de Literatura me alegré por la Academia misma. Ya era hora de que se reivindicaran después de haber cometido la felonía de conceder el Nobel de la Paz a Henry Kissinger. Por supuesto el premio a Dario Fo produjo el rechazo de sus eternos enemigos, la curia romana, pero también de aquellos que viven la cultura desde el modelo elitista. El Nobel a Fo fue un reconocimiento a su teatro, a su compromiso social y a su defensa de la cultura como elemento cohesionador. Dario ha muerto cumplidos los noventa. Ha vivido muchos años, insuficientes para una humanidad que todavía necesita referentes como él.