IDEAS

Los Stones son inmortales

RAMÓN DE ESPAÑA

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Corre por la red un comentario irónico y de apariencia ecologista que dice algo parecido a esto: "¿No deberíamos pensar un poquito más en el mundo que le vamos a dejar a Keith Richards?" Me gusta porque la guasa oculta una gran verdad, la de que el guitarrista de los Stones nos va a enterrar a todos, la de que este fenómeno de la naturaleza que sigue bebiendo y fumando después de vencer a la heroína, que se cae de los cocoteros sin causarse ni un esguince y luego lo celebra sazonando un canuto con las cenizas de su difunto padre (luego dijo que era una broma, pero yo no me lo trago), es inmortal.

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Algo parecido puede decirse de su compadre Mick Jagger, que va a ser padre por enésima vez un día de éstos, a los setenta y tantos, porque sí, porque está hecho un toro. Tal vez Jagger y Richards luzcan cual pingajos arrugados, pero yo ya estoy esperando su próxima gira mundial, que siempre es la última, pues llevo desde el final de mi adolescencia oyendo que los Stones se van a retirar. Pero los Stones no se retiran ni se retirarán jamás. Eso queda reservado a pontífices y monarcas pusilánimes, a los que se califica de eméritos para no llamarlos dimisionarios y derrotistas. Palmarán en el escenario porque saben, como decía Rafael Azcona, que como fuera de casa no se está en ninguna parte, aunque te sobren las mansiones, los palacetes y los castillos.

He pasado toda mi vida con los Stones y no contemplo la posibilidad de que se me mueran. Por eso me preocupo por el mundo que le voy a dejar a Keith Richards y por eso pienso comprar el nuevo disco de la banda, 'Blue and lonesome' aunque igual ni me molesto en escucharlo y lo pongo en la estantería, sin quitarle el plástico, junto a las obras (casi) completas de los Glimmer Twins, que es como se conoce a Mick y Keith cuando se auto producen. Sé que ese disco no va a aportar nada relevante, ni a su carrera ni al mundo pop, pero también sé que las canciones serán buenísimas y las versiones, estupendas. De hecho, es como si ya lo hubiera oído. Así que igual ni me lo compro, pero cuando alguien me pregunte por él, diré que es de traca: se llama fe, amigos.

Al igual que el fascinante Elvis muerto, los Stones inmortales están ya más allá de la música. Nunca volverán a componer canciones como Paint it black o Simpathy for the devil, pero me basta con saber que están ahí, hechos unas pasas pero dando vueltas por ese mundo que no piensan abandonar jamás.