MIRADOR

Coalición oculta

Velázquez pintaría hoy a Susana Díaz entregando las llaves del PSOE a Rajoy después de arrojar a Pedro Sánchez desde lo alto de la muralla, pero ni hablar de saqueo

Susana Díaz

Susana Díaz / periodico

XAVIER BRU DE SALA

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Nada se parecerá más a la alianza entre el PP y el PSOE de los próximos años que la ya lejana y famosa 'gobernabilidad', en nombre de la cual Pujol pactó primero con Felipe González y después con José María Aznar. Tengan, no por probable, sino por seguro, que a estas alturas, y quizás desde hace semanas, manos expertas de los dos partidos pero de confianza mutua escriben propuestas de guion para la legislatura, lejos del ruido y más lejos todavía de la prensa. Lo más importante del guion que Rajoy y los acólitos de Susana Díaz acaben aprobando son los espacios de discrepancia.

¿Cómo proporcionar estabilidad sin abandonar la oposición? Esto no lo puede hacer el PSOE solito, sin la complicidad del PP. Tampoco la prepotencia ni la habilidad del PP dan para tanto como convertir al PSOE en puro títere sin provocar movimientos peligrosos del electorado. Los socialistas tienen un gravísimo problema y necesitan espacios de autonomía y de iniciativa para paliarlo.

Si alguien alberga dudas sobre el futuro del bipartidismo, que tenga siempre presente la sentencia de Alberto Núñez Feijóo, el flamante y flamígero presidente gallego, según el cual si el PSOE se quema, algo del PP también se quema. Es la mirada inteligente. La que ya empieza a prevalecer por encima de quienes preveían que después de la nueva 'rendición de Breda' los vencedores entrarían a saco en la fortaleza conquistada. Velázquez pintaría hoy a Susana Díaz entregando las llaves del PSOE a Rajoy después de arrojar a Pedro Sánchez desde lo alto de la muralla, pero ni hablar de saqueo. Al contrario, amigos de la candidez, muy al contrario.

La primera muestra del habilidoso guion es el giro de Rajoy para ser investido. El unánime corifeo que se relamía con el espectáculo presentido del lobo destrozando a la cabra acabada de cazar se ha quedado con un palmo de narices. En vez de sangre y directos al hígado, máxima gentileza: ni una condición, nada de exigir vasallaje perpetuo como pedía Jorge Fernández Díaz, y con la metedura de pata demostraba que ha dejado de tener información de primera mano. Después del lunes, el martes. Los tornillos no se enroscan a martillazos sino mediante vueltas de tuerca.

¿Que PP y PSOE se odian demasiado para pactar y los párrafos anteriores son producto de la fantasía particular del que firma? Si solo ponemos oídos en Madrid, tal vez, pero si los alargamos, uno hasta Sevilla y otro hasta Galicia pasando por Cantabria, comprobaremos, no tan solo la verosimilitud, sino la exactitud de la radiografía. El PP y el PSOE, la parte del PSOE que ha ganado, se complementan. Los enemigos son los demás. Podemos, que deberá quedar aislado a fin de que los votantes díscolos aprendan que se trata de una opción inútil. Y los socialistas de la España industrializada, necesariamente excluidos del reparto.

Quien quiera aprender una lección sobre la guionización de las coaliciones ocultas con espacios pactados de discrepancia hará bien en leer el único manual práctico disponible, el oportunísimo, e impagable, 'Cuando pintábamos algo en Madrid', de Josep López de Lerma, excopiloto permanente de CiU en el Congreso de los Diputados.