Tú y yo somos tres
Usted es mi padre y no lo sabe
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
Parece que Antena 3 TV se ha metido en el túnel del tiempo durante un rato, y ha regresado a aquel estilo -que afortunadamente abandonaron- de cuando Alicia Senovilla o Patricia Gaztañaga cabalgaban. Estoy hablando de 'El amor está en el aire', que acaban de estrenar. Es una mezcla de martingalas pretéritas, muy rustidas y requemadas en la tele, tipo 'Sorpresa sorpresa', 'Tengo una carta para ti' o 'Lo que necesitas es amor'. Nos presentan parejas entristecidas, porque su situación económica no les permite casarse -y gracias al programa, ¡aleluya!, se casan-; también amigas que de jovencitas eran inseparables y llevan 40 años sin verse -y naturalmente el programa, ¡aleluya!, las vuelve a juntar-, y así, entre alaridos de felicidad y lágrimas de emoción, el programa va discurriendo de manera cursi y lacrimógena, pero, en general, inofensiva y sin maldad.
Ha habido un lance, no obstante, que a nuestro canario flauta Papitu se le han puesto las plumas como escarpias. Aparece un muchacho, dice que no conoce a su padre biológico, pero que su madre le ha dicho quien es, y el programa da con él y le hace entrar. ¡Ah! Se trata de un hombre, de unos 50 años. Le sientan allí sin saber nada de nada. «No se a qué he venido, ni por qué me han llamado» va diciendo extrañado. El presentador, Juan y Medio, le va sondeando. Le dice: «Bueno, años atrás, usted lanzó una canita al aire ¿verdad?». El hombre, más sorprendido todavía, lo niega con rotundidad. Y de pronto, el muchacho que está a su lado, un perfecto desconocido para él, le suelta: «¡Usted es mi padre!». Y allí comenzó una discusión que Juan y Medio zanjó mandándoles enseguida al laboratorio Frankenstein donde les harán la prueba de paternidad. «La próxima semana... ¡el desenlace! ¡Sabremos la verdad!» nos advertían con una alegría bárbara. Parecía que en siete días nos iban a descubrir el gordo que saldrá el próximo sorteo de la Lotería de Navidad.
Hombre, este caso es pura perversidad. Eso es volver a aquel terrorífico programa de Alicia Senovilla, La hora de la verdad (A-3 TV, 2004-2005). Allí una vez convocó a un humilde marinero de Canarias. Le dijo: «Oiga, uno de sus hijos no es suyo, que lo sepa». Y aquel pobre marino, cornudo y compungido, regresó poco después arrastrando tras de sí al resto de sus hijos y dijo: «Aquí se los traigo todos para que me digan si hay alguno mío. ¡Llevo tres meses que ni duermo ni descanso!». ¡Ahhh! Ese es un estilo de televisión muy cafre.
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