La rueda

Escépticos, amargados y oportunistas

El 'alternativo' puesto a gobernar, falto de experiencia, confía a menudo en el aprovechado de turno

Vista de diferentes periodicos cubanos alusivos al cumpleanos 90 del lider de la revolucion cubana Fidel Castro.

Vista de diferentes periodicos cubanos alusivos al cumpleanos 90 del lider de la revolucion cubana Fidel Castro. / periodico

RAMON FOLCH

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"Dejad, amigos, que un fatigado escéptico ponga esperanza y fe por fin en algo", dicen unos versos de Pere Quart.Pere Quart Fueron escritos en 1962 y corresponden al poema Ja no serà una illa, dedicado a la revolución cubana. Pere Quart, como tantos otros ‑yo mismo, por ejemplo‑ se entusiasmó con aquel estallido de libertad igualitaria. Con los años, seguramente habría cambiado de opinión. Mejor dicho: tendría otra opinión de la otra cosa en que se había convertido aquella revolución.

En la ficción creada por Boris Pasternak en su novela Doctor Zhivago, Viktor Komarovski es un abogado corrupto y zarista circunstancial que los bolcheviques triunfantes acaban nombrando ministro de justicia de la Dal'nevostóčnaya Respublika, el títere estado de conveniencia que crearon entre 1920 y 1922 en el extremo oriente siberiano. Cuesta asociar el repugnante perfil de Komarovski con el de un ministro de justicia revolucionario...

En sus creaciones literarias, Pere Quart y Pasternak interpretan la realidad a la luz de sus sentimientos. Uno se ilusiona con la reversión de la injusticia y el otro se lamenta del mercadeo de intereses e influencias que, en nombre del interés revolucionario, hacían los bolcheviques. La ilusión de Pere Quart se reveló tan noble como equivocada, mientras que la amargura del Pasternak perseguido por los soviéticos traducía la repulsión del hombre honesto hacia las maniobras del totalitarismo.

El momento sociopolítico que vivimos invita a desilusiones y hastíos semejantes. Los alternativos puestos a gobernar, faltos de experiencia, confían demasiado a menudo en los aprovechados de turno y las revoluciones se pervierten. Es la triste condición humana. Una contundente coartada para dejarlo correr. Pero es que la auténtica revolución consiste justamente en luchar contra esas cosas. A veces se olvida.