A terceras elecciones por no desbloquear el problema catalán

José Rodríguez

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Contra todo pronóstico Pedro Sánchez está aguantando las presiones del IBEX35, las viejas glorias del PSOE y todo el poder mediático que los respalda y no va a facilitar la investidura de Rajoy. Tampoco parece que Sánchez pueda a reunir suficientes apoyos para conseguir ser investido ya que Ciudadanos y Podemos han demostrado ser enemigos irreconciliables. Como una mala copia de el dia de la marmota, es muy probable que agotemos esta legislatura sin que se haya podido configurar ningún gobierno.

Es muy probable que vayamos a terceras elecciones. Y según las encuestas no parece que vaya a cambiar demasiado el escenario. La suma PP+C’s y la suma PSOE+P’s sería insuficiente para gobernar y el puñado de diputados independentistas seguirían ejerciendo su minoría de bloqueo a cualquier gobierno.

Parece paradójico, las instituciones españolas niegan el problema catalán y la bloquean una una solución pactada (como podría ser un referéndum de independencia a la quebequesa o a la escocesa). A su vez los independentistas logran bloquear cualquier gobierno en España.

Hay alternativas que podrían superar el veto independentista, pero aún cuando se pudiera llegar a un acuerdo de gran coalición en el que el PSOE diera apoyo puntual al PP tampoco ese gobierno sería estable y tendría un margen de maniobra prácticamente nulo.

Por no hablar que sería una legislatura perdida, ya no hay ningún partido que hable de cualquier proyecto de reforma mínimamente progresista y avanzado, simplemente intentan hacer un gobierno para ir tirando.

Hay un sentido de justicia kármica en que las instituciones y partidos españoles que más niegan la vía escocesa para Catalunya sean las que sufran el bloqueo de los independentistas catalanes.

Por mucho que repitamos elecciones, mientras las instituciones españolas bloqueen el conflicto catalán, las pocas fuerzas de los soberanistas podrán seguir bloqueando la política española. La estrategia más inteligente debería ser que los partidos españoles comiencen a afrontar el conflicto catalán como lo que es, como un conflicto de soberanías, legítimo y democrático. Y como todo conflicto de soberanías en democracia al final solo cabe resolverlo en un referéndum donde los catalanes puedan terminar decidiendo su futuro. Hacer esto no solo va a favor de la más elemental de las democracias, sino de los intereses de los propios partidos políticos españoles.