Señales

Casi un 10 por cierto de nuestros chavales aseguran sufrir acoso escolar. Y la cifra va en aumento.

Acoso escolar

Acoso escolar / periodico

ANA PASTOR

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Al principio, cuando le dejaba en la puerta del colegio, se le encogía el corazón. Porque un día le dolía la tripita. Otro la cabeza. Al siguiente la excusa era que no había dormido bien o que tenía hambre. Después sus notas empezaron a resentirse. Se volvió más callado y tenía pesadillas a menudo. Las tardes de los domingos se convirtieron en horas de angustia. Su pequeño tenía 9 años cuando otros niños empezaron a acosarle en la escuelaMónica recuerda con ojos tristes el infierno de cada mañana al llegar a clase. Supo que algo estaba pasando pero no se dio cuenta de la gravedad del tema hasta que otra mamá la llamó un día por teléfono. Le contó que su hijo había presenciado cómo varios niños habían acorralado a su pequeño en el gimnasio y le habían dado una paliza. «Le dijeron que era su regalo porque aquel día cumplía años», dice Mónica tragando saliva. Aquella tarde trazó una línea que ha permitido a su hijo sobrevivir. Porque Mónica sabe que otros niños han terminado por suicidarse cuando no hallan otra salida. Cuando sienten que están solos en las humillaciones y vejaciones. Cuando el colegio que debe protegerles mira para otro lado. Y uno de esos niños podría haber sido su hijo, como él mismo le confesó un día que estaban charlando mientras ella tendía la ropa. Mónica escuchó a su hijo, supo leer las señales, se preparó para distinguir entre riñas normales del patio del cole y el acoso. Y entonces se presentó en el colegio. Contó todo. Les dijo que al principio el acoso se centraba en detalles como quitarle el estuche. O que su hijo volvía a casa con la chaqueta destrozada llena de escupitajos. Otro día en el recreo los niños que le acosaban jugaron a lanzarle todos a la vez pelotas en los genitales. Una profesora fue advertida, cuenta Mónica, y no hizo nada.

Indudable sufrimiento

Pero esta madre no se rindió. Siguió protestando en el colegio hasta el día de la paliza en el gimnasio. Ese día decidió que estaba sola y que solo le quedaba la vía judicial. Varios expertos comprobaron que su hijo padecía un «indudable sufrimiento» por el acoso al que había sido sometido. Y ganó. Porque el colegio tuvo que indemnizarles y porque ahora su hijo es un adolescente que solo se preocupa prácticamente ya de las cosas propias de su edad.

Este domingo podremos escuchar a Mónica en 'El Objetivo'. Casi un 10% de nuestros chavales aseguran sufrir acoso escolar, según un estudio de Save The Children. Y la cifra crece por la impunidad que existe en las redes sociales donde los menores que acosan se mueven sin problemas. No debemos resignarnos. Hay soluciones. Pero casi todas pasan por dos caminos: escuchar las señales que lanzan nuestros hijos y ampliar los planes de prevención que han puesto en marcha algunos colegios. Dos caminos gracias a los que madres como Mónica pueden seguir abrazando a sus hijos.