IDEAS
Ladrones de identidad
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
JORDI PUNTÍ
Las polémicas literarias suelen ser tormentas en un vaso de agua, pero de vez en cuando rebosan, sobre todo si forman parte del amplio mundo literario anglosajón. Esta semana, la escritora Lionel ShriverLionel Shriver dio la conferencia inaugural del Festival Literario de Brisbane, en Australia. Le habían pedido que hablara sobre "comunidad y pertenencia", pero ella prefirió centrarse en "ficción e identidad política". Su tesis era clara: desde hace un tiempo, la corrección política y, sobre todo, la defensa ideológica de las identidades diversas (género, etnia, clase social, religión) están cercando al autor de ficción.
En un terreno donde es esencial la libertad creativa, de repente ha empezado a circular el concepto de apropiación cultural. Así, explicaba Shriver, si un escritor inglés, blanco, escribe poniéndose en la piel de una chica nigeriana de 14 años, algún crítico le dirá que lo suyo es “un robo de identidad” y que se apropia de los estereotipos culturales de otros. De pronto ya no se discute la calidad del texto, sino que alguien escriba sobre lo que se supone que no le “corresponde”.
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Las mismas voces que se quejan de la apropiación cultural son las que enseguida atacaron el discurso de Lionel Shriver. En mi opinión, el debate se jugaba en dos campos distintos y el error fue mezclarlos. Una cosa es la creatividad del artista, que es independiente y no debe confundirse con sus propias ideas, y otra la lucha por la visibilidad y el reconocimiento social de todo el mundo, sin distinción.
La solución no es reducir la libertad de los escritores, aunque a menudo predomine el patrón masculino y de raza blanca, sino ampliar la lucha social contra las desigualdades, los lugares comunes y los prejuicios. Sólo así las voces serán cada vez más diversas y un día podremos leer a una joven narradora nigeriana que -si lo desea- se ponga en la piel de un cura blanco, gay y racista. Antes que nada, pues, habría que dar más visibilidad a los autores ya existentes de esas minorías. Empezando por el mismo festival de Brisbane, que para su lección inaugural podría haber invitado a una autora indígena de Australia como Alexis Wright, Anita Heiss, o Ali Cobby Eckermann.
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