GEOMETRÍA VARIABLE

Nuevas tribulaciones del candidato Rajoy

Los escándalos de Soria y Barberá sacuden la campaña vasca y gallega, así como sus expectativas

Mariano Rajoy, de visita en un secadero de jamón en A Cañiza (Pontevedra).

Mariano Rajoy, de visita en un secadero de jamón en A Cañiza (Pontevedra). / periodico

JOAN TAPIA

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Mariano Rajoy las cosas se le complican. El martes se supo que el Supremo había decidido investigar por blanqueo de capitales a la exalcaldesa de València Rita Barberá. El ministro Luis de Guindos -pese a su aplomo- no dio ninguna explicación satisfactoria del nombramiento de José Manuel Soria para el Banco Mundial, ni de las falsedades alegadas para ello. Y el extesorero del PP Luis Bárcenas se ha retirado como acusación particular en una causa de una jueza de Madrid por el borrado de sus ordenadores en la que está inculpado el propio PP. Por eso, la prensa, casi unánime por una vez, titulaba este miércoles afirmado que la sucesión de escándalos perjudica las opciones de gobernar de Rajoy.

Y es que los 32 diputados de Ciudadanos que le permitieron tener 170 votos en la investidura solo están disponibles en función de un pacto anticorrupción que los casos de SoriaBarberá y otros sacuden con fuerza. El vicesecretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, un hombre que suele expresar en voz alta lo que Albert Rivera piensa pero no verbaliza, ha pedido en Antena 3 la dimisión de Guindos tras su comparecencia, o que, en caso contrario, alguien debía asumir responsabilidades. Villegas no fue más allá, pero la presidenta andaluza, Susana Diaz, al parecer inclinada a la abstención del PSOE para que se pueda formar Gobierno, ha dicho dos cosas. Una, que no se puede gobernar con 85 diputados, patada a Sánchez. Dos, que Rajoy haría un favor a España si retiraba su candidatura porque se habían traspasado todos los límites.

Cuando el CIS dice, mes tras mes, que la corrupción es, después del paro, el problema que los españoles juzgan más grave, no es extraño que el autor del famoso SMS -"Luis, sé fuerte"- al extesorero del PP no lo tenga fácil. Pese a su gran resistencia política que hacía decir el otro día a Antón Losada -refiriéndose a la sesión de investidura- que Rajoy podía parecer un madero que bajaba a la deriva por el río, pero que de repente se convertía en un peligroso cocodrilo que atacaba con fuerza a sus enemigos. Pese también a que su balance económico tiene más puntos positivos que negativos. Y a que la tan criticada reforma laboral ha impulsado una dolorosa devaluación interna que era inevitable (había que corregir la pérdida de competitividad con otros países del euro) y ha contribuido -en igual medida que la política de bajos tipos de interés de Mario Draghi en el BCE- al retorno del crecimiento.

Pero el otro gran pasivo de Rajoy -que está también dificultando su investidura- es la ruptura de puentes con los otros partidos practicada cuando estaba en la oposición y -más grave- en los cuatro años de mayoría absoluta. El choque con CDC era quizá inevitable una vez que, en el 2012, Artur Mas puso rumbo a la independencia. Pero no saber retener a CiU en el marco constitucional -cuando en Catalunya se votó más la Constitución que en España- indica que algo falló en la política del PP. Y el PNV, donde Iñigo Urkullu no se ha ido al monte como Mas, tampoco parece dispuesto a abstenerse. Finalmente, llegar al poder diciendo que el PSOE quiere romper España (por el Estatut), que Zapatero estaba “traicionando a los muertos” (por la negociación con ETA), o que el mismo Zapatero era el culpable de la crisis económica, pudo dañar mucho al PSOE, pero hace que luego sus militantes respalden a los más opuestos a apoyar su investidura. Y ello pese a lo que diga ahora el propio Zapatero, o incluso Felipe González.

Así, el pacto anticorrupción con Ciudadanos es el único aire respirable que le queda al líder del PP. Y SoriaBarberá y Bárcenas consumen mucho oxígeno.