EL APRESTO DOMINICAL

La era de la gran disociación

El requerimiento de la UE a Irlanda para que exija a Apple que pague más impuestos es una nueva muestra de los efectos de la globalización ocultados bajo el progreso de la era digital y la imposición del capitalismo financiero.  

El progreso digital hace posible el crecimiento económico sin crear empleo

La comisaria de Competencia Margrethe Vestager, ayer en Bruselas.

La comisaria de Competencia Margrethe Vestager, ayer en Bruselas.

JOSEP-MARIA URETA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La comisaria de Competencia de la UE, Margrethe Vestager, no pasa por ser persona reacia a las grandes aportaciones que han hecho al progreso económico o del gran consumo compañías como Apple, McDonald's o Amazon. De esta política danesa, curtida en el fragor político en su país y ahora en la CE, nadie le habrá oído frases de rancio antiamericanismo. Ni anticapitalismo. Es más simple. Vestager cree en la fuerza del poder público y que éste ha de financiarse con equidad. Y además, lo practica.

La tendencia de las multinacionales, todas, a eludir impuestos es un mal global que la OCDE ha descrito como BEPS (siglas inglesas de la erosión de bases imponibles y traslado de beneficios) y que en el caso de EEUU hay dos billones de dólares que siguen flotando en la nube por no aterrizar en suelo fiscal norteamericano. Dos argumentos contrapuestos: gracias a las empresas más innovadoras vivimos una nueva era de bienestar digital. Dejemos que los mercados financieros las bendigan o condenen. Otros, en cambio,advierten que esta cuarta revolución industrial (Davos, enero 2016) supera el axioma de la destrucción creativa y no se atisba que los nuevos empleos sucedan a los obsoletos. El saldo es arriesgadamente favorable al paro mundial crónico. Un par de libros recientes abordan estos temas desde ópticas distintas.

El catedrático (emérito) de computación de la Universidad de Valencia, <strong>Gregorio Martín Quetglas,</strong> anticipó en su día y ahora confirma lo dicho en Davos. A esta era de la gran recesión (Stiglitz, Krugman) también se la puede llamar la era de Gran Disociación, es decir, el empleo no acompaña al crecimiento económico. De ahí el título [Des]empleo y bienestar en la era digital (edición, megustaescribir). Como proporciona la gente sabia, leer a Martín Quetglas es sencillo y estimulante. Cuando, por ejemplo, decimos que queremos que algo sea "de calidad, universal y gratuito" estamos pensando... en la sanidad si el entorno es la sociedad industrial, pero en wifi si el que habla es un hijo del milenio. O si describimos el empleo en la era 1.0 equivale al fijo indefinido, el 2.0 el contrato parcial y el 3.0 el no-contratado que trabaja a demanda, equiparable al autónomo, con su variante oximorón: autónomo dependiente

Cuando Vestager enumera las transnacionales en su punto de mira, hay que regresar al texto de Martín y ver otro ejemplo. Apple con sus 93.000 empleados factura 183.000 millones, lo que equivale a 1,66 millones por empleado. Con el mismo número de trabajadores, El Corte Inglés factura 0,15 millones por empleado. Los gigantes de comida y distribución de EEUU McDonald's y Wal-Mart tienen los mismos empleados (250.000) que las cuatro grandes digitales GAFA (Google, Apple, Facebook, y la distribuiidora Amazon) pero estas facturan 20 veces más por empleado que las primeras. Con estos y otros ejemplos, el autor no duda en que el único que puede hacer un papel corrector de excesos son los Estados a partir de su capacidad fiscal, recordando al Keynes que en 1930 escribió sobre el futuro de los nietos. Martín Quetglas no duda en proponer la redistribución de las ganancias de la digitalización. Por simplificar y enlazando con Vestager, son quienes eluden impuestos quienes deberían ser ya los primeros contribuyentes.

Nada mejor que un buen conocedor de cómo funcionan los fondos de inversión como Raphael Nagel para adentrarse en la otra faceta que amenaza el bienestar sostenible: la especulación sin escrúpulos, el cortoplacismo y el engaño a clientes de banca inexpertos en productos financieros. Tras décadas en banca de negocios en Alemania, Inglaterra y España, la aportación que hace Nagel en Turbocapitalismo. Los maestros de la quiebra (Kant ediciones) no se inscribe en  los frecuentes textos de confesiones de arrepentidos del sector (fácil a partir del 2008). Es mucho más novedoso, porque no renuncia a las aportaciones que el sector financiero hace al progreso económico global pero describe con mucha precisión (es del oficio y se nota) los abusos que se han dado en España los últimos años. Pocos textos pueden encontrarse, además, donde se explique tan claro qué es el crédito diapasón que comercializa UCI o los pormenores, con sus nombres, de los casos Pescanova, Ruiz Mateos, Bankia... hasta una leal y merecida defensa de los miles de ecuatorianos atrapados en hipotecas indecentes.